Por Facebook se milita contra la lucha del pueblo de Gualeguaychú

La red antisocial

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886

Antonio Tardelli

Viviana Schenone, una de las impulsoras del espacio virtual donde, según se afirma, unas 30 mil personas han expresado ya su rechazo al corte de ruta, entrega el catecismo del sentido común que inspira a la “gente común” de su movimiento.

"No queremos hacer política ni nada".

"Yo ya no entiendo qué buscan con el corte".

"Si la pastera estuviera de este lado del río no habría tanto problema. ¿Cuántas pasteras hay en la Argentina?".

"A nosotros no nos corresponde analizar si Botnia contamina o no contamina".

"Viajo a Uruguay a ver amigos. Estuve dos veces en Montevideo y una vez, durante dos días, en Punta del Este".

A Schenone se le nota su condición de principiante. Anda estrenando su preocupación por los problemas colectivos. Denuncia que individuos atemorizados –"en un solo día recibimos tres mensajes parecidos"– ingresan a Facebook para contar que en Gualeguaychú no pueden manifestar su disconformidad con la medida. Asegura que le aseguran que no se sienten seguros: los escrachan, los golpean y les destrozan los coches, según reproduce Schenone. Añade que mucha gente sufre los perjuicios económicos que acarrea la movida de Arroyo Verde. Ciudadana modelo, recita la Constitución y los derechos que de ella emanan, sobre todo el de transitar libremente.

Subraya Schenone que, según la Corte Internacional de La Haya, Botnia no deteriora el medio ambiente. No se le cruza por la cabeza la hipótesis de que, de manera gradual, inadvertidamente, la compañía pueda estar efectivamente contaminando y de ese modo poniendo en riesgo la salud de algún ser humano que por desgracia haya nacido o decidido vivir en un paraje cercano al escogido después por una empresa de capitales extranjeros para llevar adelante su actividad productiva.

No es su problema. El problema es el corte de la ruta. La historia arranca con la interrupción del tránsito. En un espacio colectivo se entronizan los valores del individualismo. Que la corten con el corte. Ella tiene amigos a los que no puede visitar.

Desde el ciberespacio se derraman consignas simplotas. Anuncian: “Vamos a exigir de una forma tranquila y original que se respete nuestro derecho a cruzar nuestro querido puente”. Los cruzados quieren cruzar. Lo tierno se da la mano con lo telúrico. Desde Facebook citan a José Hernández y recurren a un enunciado célebre acerca de la unidad de los hermanos y las pretensiones devoradores de “los de afuera”.

La pobreza política es tan agobiante que las mejores consignas son empleadas precisamente para justificar las posiciones contrarias a su espíritu. El problema es que –¿está la penitencia en el pecado?– la Asamblea de Gualeguaychú, dinámica, contradictoria, viva, supo también recorrer esos caminos.

(Más información en la edición gráfica de ANÁLISIS de esta semana)

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