El cofre de los cachivaches

Hugo Remedi
Si como dicen, el fútbol es la dinámica de lo impensado, del mismo modo podría afirmarse que la política es la dinámica de lo inimaginable. Por conocido que sea el dato, no será óbice analizarlo. Con la presentación de las candidaturas efectuada el pasado domingo quedó consolidada entonces la nueva fractura del peronismo provincial, tal como sucedió de un modo semejante previo a la elección de 2007.
Curiosamente, algunos pensaron y creyeron hasta la hora del cierre de listas que la feroz disputa entre el gobernador Sergio Urribarri y el actual presidente de la Cámara de Diputados era virtual y que el conflicto se iba a terminar arreglando a último momento. Evidentemente, con un tono esperanzado más cargado de fe y mística, que de racionalidad.
Es cierto, el peronismo -y la política en general- ya nos tiene acostumbrado a movernos con cuidado entre furiosos enemigos que mañana pasarán a ser los amigos de toda la vida y pasado, los enemigos históricos, y así de modo permanente y sucesivamente ciclotímico.
Hoy por ejemplo para Busti, el gobernador Sergio Urribarri –por quien tuvo que pelearse con medio peronismo para ungirlo como candidato a gobernador en el 2007- es prácticamente la peor lacra política que ha dado esta sufrida provincia afectada por los K. Para el gobernador, en tanto, Busti, pasó de ser el mejor gobernador de la provincia desde Hernandarias en adelante, al peor de los traidores a la causa peronista.
Divorcio superado
El radicalismo también es noticia en ese sentido. En el 2009 Atilio Benedetti echó a los socialistas para privilegiar el acuerdo con la Coalición Cívica, previa amenaza de Elisa Carrió, y hoy pelea por defender un frente con cierto sesgo progresista mientras su candidato a Presidente, Ricardo Alfonsín, acordó en Buenos Aires con Francisco de Narváez, siendo que ese arreglo le costó nada menos que destruir la alianza con el gobernador socialista de Santa Fe, Hermes Binner.
Los socialistas, lejos de ofenderse por el desprecio del 2009, reacomodaron la sangre de sus venas, borraron el rencor de sus caras y cargados de un pragmatismo resucitante, decidieron darles una “nueva oportunidad” a los ingratos radicales. Sabedores, claro está, de que de no tejer alianzas con algún partido con desarrollo y estructura provincial como el PJ o la UCR, no pasarán (aunque pueda reconocérsele su contenido ideológico) de ser un partido apenas testimonial. En la última elección del 2009 cosecharon algo más de 37.000 votos contra los más de 231.000 que obtuvo el radicalismo ganador... ¿que más decir entonces?
En la elección del 2007 el radicalismo ofreció la cara de Gustavo Cusinato para el cachetazo electoral, casi un héroe. Tiempo después, mientras plácidamente jugaba al waterpolo en su lánguida Larroque natal, le dijeron a Benedetti que era la “persona indicada” para poner la cara en el 2009. El hombre le puso el pecho a las balas y, “subido al tractor” del conflicto del campo salió a jugar. Total, era imposible que no llegara a ser diputado nacional cuando menos. Acordó con Lilita Carrió y despreció al socialismo de entonces.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)