La ola kirchnerista que volteó a Busti

Un peronismo que hace y deshace

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953

Antonio Tardelli

Por primera vez en 28 años, tiempo de siete mandatos o siete mundiales de fútbol, Busti amanecerá el 12 de diciembre sin cargo público. Tres veces gobernador, dos veces intendente de Concordia, diputado nacional, senador nacional, funcionario de la Intervención Federal en Santiago del Estero y actual legislador provincial, su declinación política se explica por el apogeo del kirchnerismo, al que conforme su zigzagueante trayectoria identificó sucesivamente con la “dignidad nacional” y con la “deformación trágica del peronismo”. En el mismo instante en que el gobernador Urribarri se unió a los “k” y compró su lógica supo que debería deshacerse de su mentor, con el que había recorrido buena parte del camino previo. Las elecciones del domingo, con un oficialismo aplastante, dejaron así otra confirmación. Dueño de casi todo, acumulando dosis crecientes de poder institucional, es el peronismo el que encumbra y el que derriba. Es quien corona y quien destituye. Resistido cuando no aborrecido por muchos de sus adversarios, entre los que se amontonan radicales, izquierdistas y sindicalistas, e investigado implacablemente desde la disuelta Fiscalía de Investigaciones Administrativas, Busti no recibió de sus enemigos históricos el golpe que lo coloca al borde del knock out. Es su antiguo ministro de Gobierno quien lo deja fuera de carrera. Cruel, árbitro excluyente, el peronismo hace y deshace.

Con un resto que hace dos años sólo un diletante podía vaticinar, el kirchnerismo, arrasadora máquina, acumula poder. Con margen incluso para que los disidentes bustistas conquisten municipios y retengan bancas, replicando así para el justicialismo los beneficios del desdoblamiento que ya practicó en 2007 con alineamientos que poco después se evaporaron, el urribarrismo construye una posición hegemónica que encuentra en el Senado un peso simbólico demodelor: no habrá allí nada que no sea oficialista. Hasta que la unanimidad se quiebre cuando despunte la sucesión, para lo que habrá que esperar un tiempo prudencial, los proyectos legislativos serán aprobados con un estruendoso 17 a 0. Nada habría para temer en sistemas institucionales que cuentan con controles firmes e independientes. En Argentina y en Entre Ríos, en cambio, es para encender alguna alarma.

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