La UCR, enceguecida, debate su derrota y distribuye culpas

Andar en un Fitito y confundirlo con una Ferrari

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955

Antonio Tardelli

La UCR está en condiciones de autoflagelarse discurriendo sobre el perfil de los candidatos, sus discursos, sus estrategias de campaña, su publicidad y sus alianzas. Todo es objeto de razonable discusión. Lo que se aleja de la razonabilidad es la lógica de ciertos argumentos, que en aras de una acumulación interna pierde de vista elementos generales. La gran pregunta es si los radicales que en los diferentes niveles condujeron el proceso pudieron cumplir su cometido de un modo más eficaz. ¿Pudo la UCR haber obtenido mejores resultados? ¿Podían las cosas haber resultado de otro modo?

Es un problema de los radicales pero en un plano más general se pone en juego, también, la lógica de funcionamiento de los partidos políticos. Prestos a capitalizar los resultados desfavorables, los críticos internos del alfonsinismo desempolvan un argumento conocido: “No puede ser que lo que es bueno para el partido sea malo para la sociedad”. Detrás de esa idea, redondita, convincente, despuntan las objeciones al candidato Ricardo Alfonsín y sus acciones. Se hace énfasis en el vínculo partido-sociedad. El candidato es atractivo puertas adentro pero no emociona a los extraños. Tremendo dilema.
La enunciación del problema, por los supuestos que arrastra, contiene la solución (aunque quienes lanzan la observación lucen más interesados en la acumulación interna que en la erradicación del presunto obstáculo). En esa lógica, si una expresión política que aspira a representar al electorado se sitúa en una sintonía diferente a la del pueblo, y se empecina en ofrecer algo que la inmensa mayoría del pueblo rechaza, es porque está careciendo de aceitados vínculos con él. Los mecanismos de comunicación se han roto. ¿Cómo se sale de ahí? Haciendo política. Una relación dialéctica entre partido y sociedad, evidentemente hasta acá no cultivada, impide esos desencuentros tan marcados. Las propuestas, tanto las programáticas como las referidas al perfil de los hombres, se pueden construir en un ida y vuelta que por sí mismo acota el margen de incompatibilidad. Pero en realidad, quien denuncia la situación es más proclive a crecer personalmente que a solucionar la supuesta cuestión de fondo. Piensa la política en términos de mercado, de oferta, de consumidores. Los clientes no compran la mayonesa que les ofrecemos. Ufa.

(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)

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