Escasos reclamos y manejo gremial del oficialismo

La ATE que supimos tener no esta

Edición
955

Hugo Remedi

Para simplificar el problema de ATE hoy, se podría decir que sería prácticamente incapaz de organizar una movilización con fuerza, e incluso de abrir el debate en asambleas que les eran tan propias en el pasado y que hoy no existen.

Los delegados, se sienten incontenidos por la conducción gremial y a raíz de ello les resulta quimérico convencer a sus propios compañeritos de banco, a dar la lucha. Así de ese modo, el trabajador fue perdiendo de vista la importancia de la acción gremial y de la solidaridad entre trabajadores. Ello llevó consigo incluso, a profundizar la desafiliación.

Está claro que, para la patronal, no hay mejor cosa que la atomización de las estructuras sindicales en cualquiera de sus vertientes y desde allí, quebrar el frente interno de los trabajadores. Luego, será el tiempo de ir “comprando” voluntades con remiendos a tono: viáticos por aquí, horas extras por allá, coordinaciones por otro lado, nombramientos de parientes, más acá, recategorizaciones de ocasión (ejemplo antes de las elecciones como sucedió en estos días) y toda otra encomienda que permita a cada uno de los trabajadores resolver apenas su propio problema cuando lo circunstancia lo exija.

Todo esto deviene por ejemplo de un tema absolutamente específico y concreto: la falta de un régimen jurídico básico cuya ley fue aprobada en la anterior gestión de gobierno y “flexibilizada” por Jorge Busti en su momento de candor con Urribarri en cuanto a la puesta en vigencia para que su sucesor de entonces pudiese organizar sus cuentas “clientelares” sin molestos impedimentos legales.

(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)

Edición Impresa