La ATE que supimos tener no esta

Hugo Remedi
Para simplificar el problema de ATE hoy, se podría decir que sería prácticamente incapaz de organizar una movilización con fuerza, e incluso de abrir el debate en asambleas que les eran tan propias en el pasado y que hoy no existen.
Los delegados, se sienten incontenidos por la conducción gremial y a raíz de ello les resulta quimérico convencer a sus propios compañeritos de banco, a dar la lucha. Así de ese modo, el trabajador fue perdiendo de vista la importancia de la acción gremial y de la solidaridad entre trabajadores. Ello llevó consigo incluso, a profundizar la desafiliación.
Está claro que, para la patronal, no hay mejor cosa que la atomización de las estructuras sindicales en cualquiera de sus vertientes y desde allí, quebrar el frente interno de los trabajadores. Luego, será el tiempo de ir “comprando” voluntades con remiendos a tono: viáticos por aquí, horas extras por allá, coordinaciones por otro lado, nombramientos de parientes, más acá, recategorizaciones de ocasión (ejemplo antes de las elecciones como sucedió en estos días) y toda otra encomienda que permita a cada uno de los trabajadores resolver apenas su propio problema cuando lo circunstancia lo exija.
Todo esto deviene por ejemplo de un tema absolutamente específico y concreto: la falta de un régimen jurídico básico cuya ley fue aprobada en la anterior gestión de gobierno y “flexibilizada” por Jorge Busti en su momento de candor con Urribarri en cuanto a la puesta en vigencia para que su sucesor de entonces pudiese organizar sus cuentas “clientelares” sin molestos impedimentos legales.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)