Una espera que se alarga

Hugo Remedi
Hasta que se resuelva definitivamente lo de la intervención al Sindicato Unido de Obreros y Empleados Municipales (SUOYEM), la intendenta de Paraná, Blanca Osuna, tiene tres argumentos para defender su mandato: primero, la herencia que denuncia le dejó el ex presidente comunal, José Carlos Halle; segundo, el enfrentamiento que aún mantiene con los sindicalistas, a quienes acusa de boicotearle la gestión; y el tercero, claro está, su propia acción de gobierno.
En horas apenas se habrá ido ya el 40 por ciento del primer año de gestión, lo que no es un dato menor. Poco a poco se va consumiendo lo que la jerga política denomina el “período de gracia” que la sociedad concede a los gobiernos nuevos y que no excede los seis meses.
Si algún visitante desprevenido y despojado de cualquier tipo de intencionalidad estuvo en la capital de la provincia hace siete u ocho meses y retornó a la ciudad en estos días, diría que Paraná está igual que entonces. Es decir, no habrá advertido demasiados cambios.
Las permanentes bocanadas mediáticas de algunos funcionarios no han hecho más que poner a la intendenta en la raya fronteriza de lo desopilante.
La necesidad de algunos medios de regalonear al poder de turno ha convertido al discurso oficial en una verborragia imparable e inconducente que poco se compadece con la realidad imperante.
Entre lo que se ha anunciado y lo que se ha hecho hasta el momento la brecha es amplia. Falta tiempo de desarrollo, es cierto, pero también falta prudencia como para mostrar una gestión que recién está dando sus primeros pasos, en su verdadera dimensión sin generar expectativas extralimitadas.
Ya hubo decisiones que tuvieron que poner la marcha atrás muy rápidamente y anuncios que generaron un verdadero contraste contaminado por conflictos sociales. De modo tal que mientras se anunciaba pomposamente la construcción de una obra faraónica como el Estadio Único, por el otro lado, la intendenta debía lidiar con los gremialistas del SUOYEM porque había embestido contra el principal capital gremial: sus trabajadores. En la disputa entre lo que dejó Halle y denunció Osuna quedó gente en la calle despedida para unos y con contratos vencidos para el oficialismo. Es decir, se redujo a un problema semántico un tema de seriedad extrema que tiene que ver con que en política, le guste a quien le gustare, hay clientelismo siempre. Y poner gente a trabajar es una de sus más utilizadas derivaciones, y a eso la intendenta no lo puede desconocer como de uso regular (mucho menos desde su origen partidario), salvo promesa de que en instancias venideras no vaya a cometer ella misma las tropelías que hoy denuncia.
(Más información en la edición gráfica de la revista ANALISIS de esta quincena)