Periodismo de supervivencia

Por Martín Carruego
(especial para ANALISIS)
Si la prensa debe mirar la realidad sin pasiones, como nos decían, ¿por qué elegir un medio casi panfletario como La Gaceta para conmemorar la tarea de los periodistas? Pero si algo tuvo de bueno estos últimos años tan complicados para la prensa fue que terminamos de comprobar, todos, la imposibilidad de ese tono objetivo.
Así que al fin de cuentas, en este principio de siglo la elección del 7 de junio termina por convertirse en un acierto. Los periodistas, como La Gaceta, no son objetivos. ¡Vaya descubrimiento de 6-7-8! ¡Moreno era un periodista militante!
Ese hallazgo tan obvio –la imposibilidad del periodismo de quirófano- sirvió a algunos como flojo argumento para cuestionar todo tipo de crítica. Es que, al parecer, ya no hay hechos. Sólo existen las interpretaciones de los hechos. No hay verdades objetivas; y en consecuencia toda crítica puede ser desarmada con la falacia de atribuirla a algún oscuro patrón de la industria periodística. ¿Que hay oscuros patrones? Pero claro. ¿Que todos responden a ellos? De ningún modo.
El kirchnerismo puede contar entre sus logros el haber puesto al descubierto, para las mayorías, el complejo entramado de relaciones económicas que se oculta, a veces, tras un título de tapa. El lector argentino ya no es inocente. Por el contrario, está al tanto de las segundas y terceras intenciones, de los intereses –a veces genuinos y otros espurios- que conforman el ADN de una noticia. Es un lector atento, informado; que hoy sufre –como quien descubre que no existen los reyes magos- el duelo de haber perdido la inocencia.
(Más información en la edición gráfica de la revista ANALISIS)