Cada cosa en su lugar

Durante buena parte de los primeros meses de gobierno municipal, Blanca Osuna, prácticamente machacó hasta el cansancio con una frase, que también le sirvió como latiguillo de campaña: “hay que recuperar la autoridad”. El mensaje era para la cúpula sindical, manipulada a gusto y placer por el diputado provincial y líder gremial, Hugo Vázquez (PJ disidente), pero también para dentro de la estructura municipal. “No quiero más anarquía; no quiero más corrupción en determinados lugares”, repitió.
Sucede que a poco de caminar por las diferentes oficinas –donde unos 40 directores habían sido puestos a dedo por el conocido gremialista y, de alguna manera, se resistían a abandonar esos cargos “hasta que Vázquez no lo ordene”- fueron apareciendo luces rojas que preocuparon. No había sistema informático en condiciones; ni inventario de bienes ni de vehículos. Entonces se robaban elementos o equipos, de los que nadie rendía cuenta o podía desparecer un camión. Ni hablar del tráfico de vales de nafta para numerosos autos de particulares y que tenían vía libre en estaciones de servicios licitadas para el abastecimiento. En la Dirección de Arquitectura, por ejemplo, era donde más se robaba. “Es como que existía y a veces existe, en menor medida ahora, una confusión entre lo público y lo privado”, acota un funcionario. Y se sumaban otras situaciones: por un lado, era como “normal” que un empleado no fuera a trabajar, aunque ello se revirtió. Muchas de las compras se hacían a “únicos proveedores”. Y esa anarquía se observaba también en la inexistencia de mandos, de jefaturas, de referencias de conducción.
Otro dato saliente fueron las carencias de educación en el staff de empleados. Los números que llegaron a manos de la ex presidenta del Consejo General de Educación y ahora intendenta, fueron salientes: hay un total de 1.300 empleados sin terminar la escuela primaria y cerca de 2.000 que no tienen el ciclo secundario completo. Unos 700 ya se inscribieron para finalizar el primario, en un plan educativo.
Aunque en silencio, Osuna acudió a varias asambleas en dependencias comunales y no dudó en reclamarle por determinadas situaciones. “Cuándo van a empezar a trabajar para los ciudadanos y no para que digan que son todos chorros, cuando uno sabe que la mayoría se gana el pan como se debe”, les dijo más de una vez y casi no hubo reacciones. Algunos sostienen que la firmeza demostrada provocó retrocesos en el minado vazquista que existía en buena parte de las dependencias. Quizás también tuvo que ver algunas reuniones reservadas del gobernador Sergio Urribarri con el líder municipal, donde siempre se liman asperezas, quizás a cambio de determinadas prebendas, contratos o subsidios, como suele ocurrir. Fue tan evidente el acercamiento que en una sesión siguiente en Diputados, Vázquez por poco no se declaró urribarrista de la primera hora a la hora de hacer uso de la palabra, mientras a su lado asentía con la cabeza otro legislador enrolado en su sector, que hoy disfruta de los placeres de dos flamantes BMW que exhibe sin ningún tipo de pudor, en los garages de sus diferentes propiedades en la zona céntrica de la ciudad.
(Más información en la edición gráfica de la revista ANALISIS del 19 de julio de 2012)