Diez preguntas: Jorge D'Agostino

“La traición es lo peor que tiene la política”

Edición
1004

Soledad Comisso

_Este es su primer cargo electivo, ¿es como se lo imaginaba?
_Me siento muy bien. Estoy como pez en el agua, realmente me encanta y disfruto mucho las discusiones que se dan en las comisiones, en donde uno tiene que estar mano a mano con los demás legisladores y se dejan de lado las chicanas para hablar en términos de argumentación. Realmente es un disfrute extraordinario, a pesar de los viajes que cuestan mucho tiempo y cansancio, pero tengo la satisfacción de estar viendo en la realidad lo que tanto tiempo vi en la teoría.

_¿Hay alguna cuestión que se le haya hecho más difícil?
_El problema es cuando un diputado dispersa sus actividades, porque quiere trabajar mucho y se anota en 10 comisiones, pero después no puede asistir a todas porque generalmente son en los mismos horarios. Por eso lo que hice fue ocuparme de dar una mayor intensidad a los temas a tratar y tener una menor dispersión en el trabajo, así que en mi caso no se me ha complicado nada. Incluso es algo que me gusta muchísimo y no me cuesta.

_¿Qué es lo mejor que tiene la política?
_Lo mejor es la transformación de lo malo en algo bueno. Es algo notablemente fabuloso eso que pasa cuando los que hacemos política podemos ver lo bien que le hacemos a la sociedad. Porque para estar en política hay que ser solidarios y altruistas; no sirve de nada quienes van a negociar para sí mismos o quedarse con lo ajeno, eso es ir por mal camino. Otra cosa buena es ver que lo que uno está proponiendo está modificando cuestiones y mejorando a la sociedad.

_¿Y lo malo de la política?
_Creo que las relaciones interpersonales son cada vez más difíciles en la Argentina contemporánea y en la política uno tiene que ser muy prudente para no salir lastimado. La traición es lo peor que tiene la política. Uno tiene que militar e ir abriéndose de brazos. Cuando el otro coincide en la teoría pero no en la práctica, no tiene el mismo objetivo de solidaridad que uno y pretende tener logros personales, ahí aparece el dolor más grande porque se siente una traición. El político no debe jamás dejar de sentirse dolido por una traición, porque si eso se normaliza, se va a ir por un mal camino.

(Más información en la edición gráfica de ANALISIS del jueves 19 de junio de 2014)

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