El asesinato de Priscila Hartman

Enigmas de un crimen en la caldera del diablo

Edición
1013

Silvio Méndez

“El crimen de Priscila no hubiera sido lo mismo si hubiese ocurrido en otro lugar. Ésa es la cuestión”, afirma, sereno, un poblador de San Benito ante la pregunta de porqué el caso ha suscitado tanto revuelo de rumores políticos, posiciones encontradas sobre el acusado del crimen, evocaciones a crímenes pasados e historias de la noche que nada tendrían que ver con este suceso en sí. El hecho es el asesinato de Priscila Hartman, de 22 años, por el cual se sustancia en la Justicia una investigación que trata de establecer las responsabilidades sobre quién o quienes, cómo y porqué se halló su cuerpo ultimado en un descampado en las afueras de la vecina localidad. Como único acusado por este asesinato se encuentra detenido Facundo Bressán, de 19, peón rural afincado en el citado municipio.

Lo llamativo es que alrededor de la causa, se han generado otras historias, con vida propia. Los trascendidos que ha desatado este homicidio, han derivado a niveles insospechados. Incluso acusaciones cruzadas entre responsables de la gestión política del pueblo con ex autoridades que pretenden volver a serlas. Toda esta esgrima, con las redes sociales, sitios y blogs como campo de batalla, donde los rumores se retroalimentan y vuelven a circular.

Pero para muchos sanbenitenses, el trasfondo que precede y explica el impacto social es otro. “Si no hubiese existido el caso de Fernanda, este caso no sería lo que es. Es un caso sin resolver, eso no cerró en la sociedad. Si hasta hace poco todavía se seguían haciendo las misas en su recuerdo”, cuenta un nacido y criado en San Benito.

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