El oficialismo kirchnerista enfrenta el desafío electoral más costoso

Suben los precios en “La Saladita” peronista

Edición
1018

Hugo Remedi

Difícilmente el peronismo vernáculo vuelva a tener alguna vez otra elección tan favorable como la del 23 de octubre de 2011. Consecuencia del dato, el oficialismo -ya con el kirchnerismo afuera- tendrá que vérselas en la que viene con una realidad electoral que en contraste lucirá con certeza con mucha menos opulencia que la actual.

En los comicios de 2011 (en 2013 sólo se eligieron diputados y senadores nacionales), el peronismo kurribarrista fue un verdadero aluvión electoral. Ganó ampliamente en todos los rubros. De modo tal que fue reelecto Sergio Urribarri como gobernador de la provincia y se sumó a la reelección de la Presidenta Cristina Kirchner. En la Legislatura provincial se apropió de 19 diputados, a los que en 2012 sumó los seis que llegaron a la Cámara baja por el Frente Entrerriano Federal que impulsó entonces Jorge Busti, y convirtió al Senado en una escribanía monocolor, ya que ganó las 17 senadurías provinciales.

En tanto, de los cuatro diputados nacionales en juego en la ocasión, el justicialismo se quedó con tres y el radicalismo con el restante. Y, finalmente, sumó a la vitrina la mayoría de las 31 Intendencias de primera categoría.

Era entonces el kirchnerismo un tsunami electoral. Hoy no luce igual.

En aquellos comicios, el actual gobernador Urribarri cosechó 368.111 votos, la presidenta algo menos, y tanto los diputados nacionales como los provinciales agravaron la tendencia declinante.

Hoy, el gobernador se quedó sin reelección y apuesta todavía a un milagro que lo catapulte seriamente como candidato a suceder a Cristina Kirchner.

Por sus efectos, tanto el peronismo oficial como el resto del abanico político están a la espera de que el dedo del gobernador decida finalmente quién va a ser el candidato oficial a sucederlo, en el marco de una impetuosa campaña preelectoral e ilegal que ha poblado las calles y los medios con una montaña de plata mal usada.

El peronismo K se juega: presidente y vice, gobernador y vice, tres diputados nacionales, 25 diputados provinciales, 17 senadores provinciales y 21 intendencias de primera categoría incluyendo a Villaguay y, naturalmente, una pila grande de concejales de todo el territorio provincial. Es decir que, en buen romance, el kirchnerismo de Entre Ríos pone en juego nada menos que 70 cargos de vital protagonismo en el escenario principal de la política entrerriana, entre otros muchos de menor relevancia. La oposición, en sus diferentes vertientes, pone a consideración apenas un diputado nacional, nueve diputados provinciales y 10 intendencias, algunas de ellas de extracción vecinalista.

(Más información en la edición gráfica número 1018 de ANALISIS del 9 de abril de 2015)

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