Cerveceros artesanales, una actividad en crecimiento

En búsqueda de nuevos sabores y diferentes estilos

Edición
1030

Pablo Russo

Para que salga bien no hay que pensar en el negocio, sino en la calidad. Así empiezan los que elaboran su propia cerveza: como un pasatiempo, una delicatesen para darse un gusto especial y convidar a los amigos. Después, alguno seguramente aconsejará “¡pero esto lo tenés que vender!”; y tanto cocinar malta, lúpulo, levadura y agua, se termina soñando con una producción comercial. A veces, lavisión se cumple, sobre todo cuando otros ya marcaron el camino y unos cuantos empiezan a agruparse para apoyarse y aconsejarse.“Cada vez se dedican más personas a producir cerveza casera porque es muy apasionante y se logran buenas amistades en el entorno de los cerveceros, hay mucha camaradería”, sostiene Martín Maglio, un contador de Hasenkamp que comercializa la cerveza artesanal Tau.

“Siempre el inicio está dado por la curiosidad, el interés por sabores nuevos, el encontrar que los productos industriales del mercado no satisfacen la demanda; entonces, uno empieza a investigar y ve que hay otra cosa, y que se puede hacer en casa con las propias manos. La satisfacción del producto hecho por las manos de uno mismo es muchísimo más grande que ir a comprarlo. Uno indaga, se arma el equipo y se larga a cocinar cerveza;aprende cada vez más y en varios casos se convierte en una alternativa de emprendimiento comercial”, explica Guillermo Patterer, integrante de la Asociación Civil Somos Cerveceros, y productor de la Cerveza Dorf (aldea) de Paraná.

“Mucho de esto debe ser una respuesta a lo mala que viene la cerveza industrial, hay gente que dejó de tomar cerveza porque no está madura y al otro día paga las consecuencias con la resaca violenta y el dolor de cabeza. Pero esto no arrancó acá, fue en los Estados Unidos, en los años `70, con un pico en los `80, y eso se extendió a nivel mundial”, comenta Exequiel Heim, creador de HeimBier de Aldea Brasilera.

Pionero

De feria, Exequiel Heim es inconfundible. Luce un traje típico y sombrero alemán poblado de prendedores. La barba tipo leñador es auténtica.“No es que ando así por la Aldea, menos en verano, te la debo. Es para acentuar la nota de que soy de acá, hay que estar orgulloso de donde sos, porque gracias al pueblo uno es como es. Y también me gusta, porque soy un personaje”, dice Exequiel, que tiene 31 años y arrancó su primera cocción en el 2002, a los 18. “Fue por varias cuestiones: soy descendiente de alemanes del Volga y acá siempre se hacían cervezas en las casas. Eso se cortó y quise revivir la tradición. Además, venían turistas y preguntaban. Ahí se me prendió la lamparita”, cuenta Heim, que vende su bebida en el restaurante Munich, el negocio familiar de Aldea Brasilera. “Tenía unas anotaciones de mi abuelo que hacía una cerveza negra, y otra típica de Rusia que se llama Kwass, que se puede hacer de muchas cosas, generalmente de pan de centeno fermentado, miel y se le agregan frutos fermentados. Es suave, para la época de cosecha, muy consumida por la colectividad en las fiestas típicas. Como era gente pobre, por eso se hacía con lo que había”, grafica. Heim no comercializó inmediatamente sus logros, estuvo hasta el 2008 probando con amigos y algunos clientes del Municha quienes tomó de conejitos de indias. “Me alentaron tanto que registré la marca, usé mi apellido que significa “hogar”, entonces la composición quiere decir más o menos “cerveza casera”. Comencé de a 7 litros, una escala muy pequeña; luego salté a 20 y más tarde a un equipo de 50. A partir de 2012 hago una cocción aproximada de 200, 250 litros finales. También fui creciendo de a poco en maduradores, barriles, capacidad de almacenamiento; pero sigo siendo un muy pequeño productor”, aclara.

(Más información en la edición gráfica número 1030 de ANALISIS correspondiente al 8 de octubre de 2015)

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