Un momento histórico con presencia entrerriana

Álvaro Moreyra
Con la muerte de Julio Humberto Grondona saltaron a la luz cientos de manejos poco claros en la Asociación del Fútbol Argentino (AFA). Lo que antes de la muerte del eterno mandamás era un secreto a voces, con su desaparición física salió a flote y fueron muchos los dirigentes que intentaron tapar el sol con un dedo, algo sin dudas imposible.
Desde que Don Julio llegó al poder de AFA, allá por abril de 1979, en plena dictadura militar, siempre que hubo elecciones en el ente que regula el fútbol en la Argentina estuvieron cubiertas por un manto de sospecha. De hecho en varios de los actos para elegir dirigentes se votó a mano alzada, a la vista de todos, lo cual generó más dudas que a la hora de imaginar un fraude dentro de un cuarto oscuro.
No caben dudas de que en el mundillo del fútbol, tal y como ocurre en la política, los arreglos son moneda corriente y el “hoy por ti, mañana por mí” está a la orden del día. Entonces era casi normal que Grondona siempre se hiciera acreedor del máximo cargo en AFA, más aún cuando se modificó el estatuto y las posibilidades de ser reelecto se hicieron infinitas.
Fueron 35 años en los que la AFA estuvo presidida por un monarca que armaba alianzas y tejía votaciones a su antojo con el objetivo de perpetrarse en el cargo hasta que su cuerpo dijo basta y abandonó este mundo.
Si bien en materia deportiva bajo su mandato se ganó la Copa del Mundo de México 86’, se consiguieron los subcampeonatos en Italia 90’ y Brasil 2014, además de dos Copas América y varios títulos en las categorías juveniles de la mano del entrerriano José Néstor Pekerman, también es cierto que los clubes, sobre todo los del interior, fueron cada vez más pobres y los de las grandes urbes se quedaron, y se quedan, con la tajada más importante del dinero a repetir.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS del jueves 3 de diciembre de 2015)