Bienvenido sea el incómodo 7 de Junio

Osvaldo Bodeán
Tal vez no me guste el 7 de Junio porque tiene demasiada prensa. Casi ningún otro oficio o profesión tiene un día tan "célebre". Un privilegio inmerecido.
Tantos honores, tantas palmadas en la espalda, tantos masajes al ego, tantos brindis, marean y, sobre todo, disimulanla realidad de un oficio por lo general muy mal pago, precarizado, bordeando siempre la informalidad, supeditado a la pauta privada siempre escasa y a la estatal disciplinante.
Como sea, y por contradictorio que parezca, bienvenido sea el incómodo 7 de Juniosi nos ayuda a desinstalarnos, a apartarnos de las avenidas anchas, asfaltadase iluminadas,para atrevernos a abrir un sendero hacia las periferias.
Atribuyen a Emmanuel Mounier haber dicho que "lo único que vale es la inquietud divina de las almas insatisfechas. ¡Ay de los espíritus limitados, de las personas sentadas en las cátedras, de la personas satisfechas, de los inteligentes, de los u-n-i-v-e-r-s-i-t-a-r-i-o-s! (…)", decía.
En nombre de esa insatisfacciónque recomienda Mounier, me pregunto:
1) ¿Sólo robar fondos públicos es corrupción? ¿Cuáles son los rostros de la corrupción que tal vez soslayamos?
2) ¿Podemos aportar algo desde el periodismo para achicar la tan mentada grieta en vez de ahondarla aún más?
3) ¿Aparte de denunciar al mal, no deberíamos parecernos a los cirujas y rescatar de entre la inmundicia toda partícula de realidad en la que asome algo bueno?
(Más información en la edición gráfica número 1040 de ANALISIS del 2 de junio de 2016)