Crónica de una salida anunciada

Álvaro Moreyra
Sabido es que cuando las cosas no funcionan en un club que milita en cualquier categoría del fútbol argentino, el hilo se corta por lo más delgado. El fusible siempre es el entrenador, más el cuerpo técnico que viene atrás, aunque en algunos casos, contados con los dedos de una mano, ciertos integrantes se mantienen en el cargo.
Lo concreto es que en un fútbol intolerante como el de Argentina, los procesos a largo plazo son prácticamente una quimera y si bien hay algunos, son los menos.
Los malos resultados son, generalmente, generadores de tensas situaciones y ante esa realidad son pocos los dirigentes que se animan a desoír lo que pide el hincha, el barra, o el periodismo, por lo que terminan cesanteando en el mando a los orientadores tácticos.
Entonces los procesos duran solo meses, algunas pocas fechas y el fútbol argentino depende pura y exclusivamente de los resultados, salvo honrosas excepciones que confirman la regla.
En las últimas semanas Atlético Paraná vivió algo más o menos así. Si bien el proceso fue largo y exitoso, el ciclo venía contaminado desde hacía un tiempo prolongado.
¿Por qué contaminado? Porque la relación entre varios jugadores, muchos de ellos referentes, y el entrenador, el verborrágico Edgardo Cervilla, se había desgastado hace mucho tiempo.
La falta de tacto, sentido común y hasta de coherencia hizo que la dirigencia del Gato terminara el vínculo con el entrenador, solamente dos fechas antes de finalizar la actual temporada de la Primera B Nacional, a la que aún le queda una jornada.
Sí, con dos auténticas finales por jugar, la CD de la entidad paranaense decidió dar por terminada una relación que debió haber culminado hace mucho tiempo, quizás antes de comenzar el presente certamen de Transición en la Segunda Divisional del balompié nacional, o bien finalizar con la campaña.
Veroborrágico, calentón, picante, áspero, camorrero, son algunos de los adjetivos que califican a Edgardo Cervilla, uno de los entrenadores que sin dudas quedará en la historia grande del fútbol paranaense, pues no solamente consiguió dos ascensos con Atlético Paraná (fue en solamente seis meses y saltó del Argentino B a la B Nacional casi sin escalas), sino que también se dio el lujo de ser el iniciador del exitoso proceso de Patronato que hoy se codea con los mejores equipos de la Argentina en la elite. Allá por 2008 fue uno de los gestores para que El Rojinegro llegara a jugar el Torneo Argentino A.
Pero tras subir de categoría fue despedido por la dirigencia justamente por las los calificativos enumerados anteriormente, que visten de cuerpo entero al entrenador y,tal vez para muchos, opacan lo bien que prepara y elabora los partidos o los aciertos con que diagrama los entrenamientos.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS del jueves 16 de junio de 2016)