Alarma encendida

Álvaro Moreyra
Existen discusiones que van más allá de cualquier bandera política, postura ideológica o exposición de ideas. Son cuestiones que escapan a la subjetividad y se vinculan con aspectos en conjunto que no hacen más que aportar, ayudar y en muchos casos orientar. Hay excepciones, claro, y seguramente habrá en diferentes partes de la extensa Argentina personas que opinarán diferente a la inmensa mayoría.
Es entendible, tal vez, desde el punto de vista según el cual el Estado se tiene que hacer cargo de cosas mucho más importantes, por caso, que el deporte. En este punto existirán posturas desde las más ortodoxas hasta las más elásticas. Es así.
El Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (Enard) es una de esas cuestiones que van más allá de la política, en este caso de los partidos políticos.
En esto coinciden la inmensa mayoría de los deportistas: hay un antes y un después de la creación del Enard, algo que nació allá por 2009. Fue una idea que en sus orígenes trascendió partidos políticos y de hecho fue votado por la gran mayoría de los diputados nacionales, sin importar en qué lugar de la famosa grieta estuviesen parados en aquel momento.
Para explicarlo sucintamente, la financiación del Enard sale de un impuesto del 1 por ciento sobre el precio de las facturas de los teléfonos celulares. A partir de eso es que se recaudan cientos de millones de pesos al año que se destinan a financiar los gastos en las competencias internacionales, honorarios de entrenadores nacionales y extranjeros, así como también se abona un servicio de medicina prepaga para los deportistas.
A pesar de todo lo bueno expresado más arriba, en las últimas semanas la continuidad del Enard quedó en una situación riesgosa. Es que en el proyecto de reforma impositiva para 2018 se le sacaría al Enard el ingreso clave para funcionar.
(Más información en la edición gráfica número 1071 de la revista ANALISIS del jueves 23 de noviembre de 2017)