La política en los tiempos de la droga

Antonio Tardelli
¿O es que siempre se puede caer más profundo? Es cuestión de cuánto se esfuerza la imaginación. Hace un tiempo de ningún modo podía proyectarse el estado de cosas que impera hoy en la ciudad. Un gobierno que ya presentaba serios problemas de gestión, sobre todo en la prestación de los servicios públicos, se ha zambullido en una crisis política grotesca. El intendente ha sido procesado por financiar un grupo dedicado al narcotráfico, un legislador fue detenido por pertenecer a la misma organización, una mujer policía que integra el elenco gubernamental también fue encarcelada por colaborar con la banda, un segundo concejal se halla imputado por cargos parecidos y como si fuera poco otro edil oficialista viene de ser condenado por una causa de corrupción al mismo tiempo que cumple prisión domiciliaria un colaborador directo del titular del Departamento Ejecutivo. Cartón lleno. Un Durán Barba peronista no lo hubiera soñado mejor.
Es una situación extraordinaria que comporta una degradación institucional. El cuadro incluye elementos jurídicos, que el sistema examina desde su lógica, y aspectos políticos que habilitan y hasta exigen la discusión social. Lo jurídico y lo político se retroalimentan pero determinados efectos son tan incontrolables como un alud. Llevan la potencia de un huracán. El escenario es francamente propicio para discutir qué se hace con un fenómeno que, salvo para sus mercadores y sus víctimas, venía siendo silencioso: el narcotráfico se enseñorea en Paraná y la política, la instancia colectiva donde la sociedad gestiona sus conflictos, debe resolver qué demonios hace con él.
(Más información en la edición gráfica número 1081 de la revista ANALISIS del jueves 5 de julio de 2018)