Nace un Club de Arte en Paraná

La cultura, una socia vitalicia

Edición
1120

S.A

En medio de la segunda ola de coronavirus La Archicofradía Club de Arte renace. Más que un espacio, un concepto donde habitar el arte como lo es: diverso, saludable, espontáneo, cuidadoso. En diálogo con ANÁLISIS sus protagonistas desandan los porvenires de un deseo que vienen domando hace más de diez años y que resuena novedoso, en estos tiempos de distancias obligadas.

Entre tanto local, oficina, edificio que rodean el popular paseo comercial de la capital entrerriana -y que poco nos detenemos a mirar más que para repasar vidrieras- persisten las fachadas, las puertas como portales hacia otro tiempo. Tras ellas, están las escaleras antiquísimas, dispuestas a elevarnos. Es de día y aún así el misterio rebota contra las paredes y se sostiene, cálido, casi como una cualidad imprescindible. Algo de lo urbano y algo de lo místico conviven en lo que solía ser un viejo depósito de un local comercial ubicado en medio de la Peatonal San Martín: la Archicofradía Club de Arte; concepto peculiar para la idiosincrasia paranaense.

Cuadros imponentes en el hallcito, habitaciones/taller que se disponen alrededor, galería de arte, un patio donde cae el sol pasadas las dos de la tarde, invitan a desandar ese misterio. “En el terreno pagano, se denominan Cofradías, a los grupos de brujos o brujas que pertenecen a una congregación y que se reúnen para celebrar”, describen, con sutileza.

“Lo fuimos debatiendo y definiendo de a poco. Los católicos se han apoderado de muchas cosas, entre ellas las palabras. La cofradía es supuestamente del orden religioso, pero también había cofradías paganas que era donde se reunían los brujos y brujas para hacer sus rituales y sus cositas. Esa es la definición: somos un conjunto de brujos y brujas que se juntan a hacer sus cositas”, dice, irónico, Ignacio Ghiggi, uno de los gestores de esta historia y remata  ”La idea es potenciar la convivencia y la diversidad de la que se dice mucho y se hace poco”.

 Hace años que un grupo de artistas viene dando forma a distintas propuestas de fomento, encuentro e incentivo del arte como un bien donde capitalizar el goce. “Arrancamos por el 2009, que recibimos la invitación de parte de Oscar Lessa, de trabajar en Sala Metamorfosis; después morimos y resucitamos de nuevo, en 2013. De hecho, el logo del Club (un Ave Fénix), viene a representar un poco eso, antes teníamos unos laureles. En 2013, fue nuestro momento más itinerante, pasamos por diferentes espacios”, cuenta a este medio, Ignacio Ghiggi. “Lo que más hicimos fue gestionar diferentes encuentros en el Centro Cultural de Córdoba, Bastón del Moro; en un espacio cultural parecido a este, donde se unen diferentes disciplinas, artistas visuales, dj. Ahí hicimos una presentación de una muestra mía; de un libro que hicimos con los chicos; un dúo de tango. En Paraná gestionamos cosas en espacios públicos y empezamos a darle vida a la primera navecita que tuvo La Archi que fue en calle Colón y La Rioja. Era una terraza chiquita donde empezamos a trabajar con unos tríos de jazz y Tonio López, que se encarga de gestionar la parte teatral”, agrega el artista plástico Santiago Moreyra, que, junto a Ignacio Ghiggi, apuntala los cimientos del Club de Arte.

(Más información en la edición gráfica número 1120 de la revista ANALISIS del jueves 6 de mayo de 2021)

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