Para entender la corrupción en Entre Ríos

El mes que viene saldrá a la calle el libro número 16 del periodista Daniel Enz, fundador y director de ANÁLISIS. Se trata de Sicarios de la caja, un trabajo de más de 670 páginas que cuenta en detalle cómo funcionó y funciona la corrupción en Entre Ríos, en los últimos 35 años. Desde las cajas de alimentos de 1990 hasta la destitución de Cecilia Goyeneche. En esta edición, un anticipo con varios pasajes de este libro de 25 capítulos, con el que quizás se entienda un poco más lo que pasa en la actualidad y por qué los personajes o sus aliados de hace más de 30 años, siguen siendo lo mismo y con un solo objetivo: no dejar que se pueda desterrar la corrupción.
Daniel Enz
Un sector importante del bustismo encontró la veta fácil entre 1989 y 1990 para resolver la demanda social creciente, ante un proceso hiperinflacionario que terminó acabando con el poder de Raúl Alfonsín y también sirvió para hacer caja política.
El grupo funcionaba como una especie de cooperativa. Pasó a ser una asociación con códigos propios que tenía conexiones suficientes para participar activamente de licitaciones o contrataciones directas en un área sensible como el Ministerio de Bienestar Social. Pero también podía hacerlo en la Secretaría de Salud, el Instituto de Obra Social de la Provincia de Entre Ríos (IOSPER), la Imprenta Oficial, el Instituto Autárquico de Planeamiento y Vivienda (IAPV) y la Legislatura entrerriana. Eran conscientes de que desarrollarlo a través de las Cámaras de Senadores y de Diputados, podía generar algunos problemas políticos y jurisdiccionales, pero ante el reclamo de sus conductores, el gobernador Jorge Busti miró para otro lado y dio el visto bueno.
De esa manera, mantenía calmada a la tropa, que era una de sus virtudes. Busti sabía muy bien de la distribución de las porciones del negocio del Estado y de la necesidad del equilibrio. Era también el que tenía la última palabra y el que definía el acuerdo o el negocio. Por más grande o por más chico que fuera, debía contar con el aval de Busti. De lo contrario le podía salir muy caro a quien avanzara en algo que no tuviera el okey del concordiense.
El vicegobernador y presidente del Senado, Domingo Daniel Rossi y su par en Diputados, Orlando Víctor Engelmann eran hombres sedientos de poder, pero también estaban prestos a acumular dinero fácil del Estado entrerriano. Esa sumatoria de ideas y factores, más la imperiosa necesidad de la gente y el posible retorno del peronismo a nivel nacional a través de Carlos Menem, fue el caldo de cultivo para el desarrollo de los negociados con las denominadas cajas de alimentos, con licitaciones plagadas de desprolijidades y truchadas, que superaban muchas veces los 200.000 dólares y llegaban hasta el doble en algunas instancias.
Eran conscientes de algo: con gente afín al bustismo en la cúpula del Tribunal de Cuentas y en los juzgados de Instrucción o en la misma cúpula del Superior Tribunal de Justicia, no sería muy complejo avanzar en el plan de desvío de dinero y despilfarro. Busti no se destacaba, precisamente, por ser un hombre que le gustara achicar gastos o cuidar los fondos públicos obsesivamente. Sabía elegir a las personas exactas, las que más conocían de números, pero que también tenían un concepto social y peronista de la distribución del dinero del Estado.
No se iba a meter con una caja chica como la de la Legislatura. Sabía que ello tenía un gran poder de expansión territorial en innumerables localidades de la provincia. Y jugar de esa manera desde el sillón de Urquiza era parte de los entretelones del poder; era una forma de hacerlos sentir con alguna porción de mando y era necesario como intercambio ante los pedidos concretos de leyes que se precisaban por esos días. Busti dejaba que los legisladores nombraran a los jefes comunales o de Juntas de Fomento; que eligieran los jefes departamentales de Policía, los de cada Comisaría y a quienes debían estar como referentes de Salud o Educación en cada lugar. Pero a cambio debían cumplimentar a rajatablas las directivas emanadas desde la Gobernación a la hora de sancionar una determinada ley. Ese fue siempre el juego.
(La nota completa en la edición gráfica número 1130 de la revista ANALISIS del viernes 27 de mayo de 2022)