Hay pocos espacios, no existe una cultura de la adquisición en la región y muchos prefieren comprar en otras plazas

El mercado del arte en Paraná no llega a los 100 mil dólares anuales y busca formalizarse para crecer

Edición
1132

Existen los que adquieren para regalar, están también los que se acercan a los artistas para lucir su obra en el living de su casa, no menos importantes son los compradores que entienden a una obra de arte como una inversión que redundará en beneficios con el tiempo y finalmente el que se considera un coleccionista y quiere la obra de arte como una pieza más dentro de una saga mucho mayor. Algunos prefieren mantener una relación directa con el artista y compran en su atelier, en su domicilio o bien a sus herederos. Un mundo fascinante para descubrir y gastar, aunque todavía son pocos y se cuentan con los dedos de la mano.

Por Gustavo Sánchez Romero

Especial para ANÁLISIS

Pasen y vean. No teman. Ustedes están por ingresar a un mundo, seguramente, desconocido. La promesa es que sólo tienen para ganar, por adquisición o acción pedagógica, y es posible que descubran cómo se articulan los nodos de un reticulado que constituyen una dimensión pletórica de artistas, intermediarios, críticos, galeristas, inversores, vendedores, compradores y hasta los especuladores que existen en todos los mercados.

En este submundo hay sabihondos y suicidas; hedonistas y humildes; prodigios y maledicentes; hacedores y creativos; esnobistas y silenciosos… y así hasta el infinito de un laberinto del que se sale por arriba y que queda plasmado para siempre en una tela. Una gran red de artistas consagrados que ya no están pero que se dejan trascender por su obra; una pléyade de eximios creadores entrerrianos que pugnan porque su obra circule y termine colgada e iluminada en alguna cuidada pared de un comprador; y una formación de noveles artistas que quiere ganarse un lugar en la representación social, constituyen la pata genuina de la creatividad: el artista. Ellos aportan la oferta a una ciudad compleja, silenciosa y caótica.

Por el otro, existe una demanda compleja, amorfa y muchas veces impulsiva que se caracteriza por la informalidad y otras veces por el desinterés.

En la inasible avenida del medio hay una serie de actores que buscan juntar las partes, movilizar el espíritu artístico atávico y estimular un mercado que apenas vende unos 5 mil dólares al mes, promedio y a “ojo de buen cubero”. Este aporte lo hace Amílcar José Luis Damonte, un médico ginecólogo de Paraná que posee lo que él llama almacén de arte Erarte (Entre Ríos Arte), que con tres locales en la Galería Flamingo, en el centro de Paraná, cuenta con más de 2.000 obras -algunas propias-, muchas para reventa y otras dejadas en consignación por los mismos artistas que quieren que su obra tenga un atril desde dónde exhibirse.

(La nota completa en la edición gráfica número 1132 de la revista ANALISIS del jueves 14 de julio de 2022)

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