La obsesión de Bordet

El gobernador Gustavo Bordet buscará ubicar gente de su confianza en los dos cargos vacantes del Superior Tribunal de Justicia. Y espera lograr un fiscal Anticorrupción que también responda al sector, con miras al gobierno que llegará a fines de 2023 y lo tendría a él como diputado provincial. Mientras tanto, sin definir aún quién será el candidato del oficialismo en Entre Ríos, mantiene charlas con Rogelio Frigerio y busca consolidar determinadas garantías de gobernabilidad para el futuro.
Daniel Enz
Nunca lo va a reconocer públicamente, pero a Gustavo Bordet le preocupa cómo será el final de su Gobernación a fines de 2023 y, en particular, qué sucederá con él y sus allegados directos a partir del 11 de diciembre, respecto a causas que puedan avanzar en la justicia entrerriana.
No quiere finalizar como su antecesor, Sergio Urribarri, con una situación preocupante en lo financiero y tampoco con puertas abiertas para posibles causas penales. Quiere manejar minuciosamente lo que será la sucesión -que por ahora y según las encuestas, todo indicaría que Rogelio Frigerio es quien más chances tiene, aunque esto es Argentina y todo puede cambiar-, pero también buscar garantías de gobernabilidad suficientes en el Poder Judicial, que le den mayor tranquilidad.
Bordet está decidido a encabezar la lista de candidatos a diputados provinciales del Frente de todos y, de esa manera, lograr un camino parecido al que siguieron Jorge Busti y Urribarri, al finalizar sus últimos mandatos. Obviamente, prefiere conseguir el camino que logró el fallecido exgobernador -que no tuvo que rendir cuentas ante la justicia tras su mandato legislativo- y no el de Urribarri, que se vio rodeado de demandas judiciales que lo terminaron de sepultar políticamente. Ese lugar de diputado le dará cierta porción de poder -si el oficialismo sigue en la Casa Gris- y de lo contrario lo puede convertir en el jefe de la oposición y le servirá para lograr acuerdos y consensos.
Hoy por hoy, Bordet tiene una fuerte incidencia sobre más de 40 intendentes peronistas, que pueden mantener su caudal de poder en esas localidades y eso sirve. “A Bordet le aterra un escenario parecido a lo de Urribarri, dentro de algunos años, más allá a que quedó demostrado que fueron diferentes en todo y en especial en la administración de fondos públicos”, acotan en su círculo más íntimo, donde además no dejan de remarcar que el Estado entrerriano tiene hoy tres presupuestos de sueldos de estatales en plazo fijo, en función de los buenos números, más allá de situaciones complejas en determinados organismos o en diferentes sectores de la provincia que no dejan de reclamar por soluciones que nunca llegan.
Por eso es que el actual gobernador y sus más cercanos van tratando de armar un esquema que los pueda contener a partir de diciembre de 2023.
El plan es político y también judicial. Nunca un actual gobernador tuvo tanto diálogo con quien puede ser su sucesor, como el caso del diputado nacional Rogelio Frigerio (Juntos por el Cambio). Con el exministro del Interior hubo una primera reunión en la sede de la Casa de Entre Ríos en Capital Federal, el 23 de febrero de este año, en horas de la tarde y que se extendió por dos horas y eso forjó una relación que, de alguna manera, se había iniciado en la primera administración de Bordet, cuando Frigerio era ministro de Mauricio Macri. En la Casa de Entre Ríos participaron, además de Bordet y Frigerio, el senador nacional Edgardo Kueider y el intendente de Pueblo Belgrano, Mauricio Davico. Fue esa la primera vez que hablaron de la gobernabilidad; de cómo se iba a terminar la gestión y qué podría pasar en la siguiente.
(La nota completa en la edición gráfica número 1132 de la revista ANALISIS del jueves 14 de julio de 2022)