Asentamientos irregulares

Los dramas humanos que modifican el territorio

Edición
1134

El bombardeo informativo de los sistemas de difusión más potentes y de alcance nacional, nos arrojó sin filtro la sucesión de imágenes que mostraron cómo miles de personas llegaban a un descampado y en cuestión de horas empezaban a improvisar (precaria y velozmente) viviendas. Tensiones. Escaramuzas en directo. Drones insidiosos. Mal clima. Crispación. Y de inmediato el análisis superficial, miradas opuestas sobre el fenómeno para atrapar audiencia. Para algunos, una afrenta a las más caras tradiciones, para otros: reacción desesperada por encontrar un lugar donde vivir. La búsqueda de un espacio propio para desarrollarse. Que de otro modo no se puede, nos dicen los protagonistas. Hay mil razones. Intentar un futuro con cierta base. Puede ser. Es parte de la historia humana. Un derrotero del que no podemos apartarnos. Genética heredada de nuestros antepasados que abandonaron el nomadismo y decidieron asentarse en un lugar que reuniera algunas condiciones, mínimas, para dar inicio a una nueva época, en lo posible, mejor a la anterior. Asentamientos irregulares. Los hay, y son muchos. Lugares que desde los dramas humanos que los habitan, modifican el territorio.

Por Néstor Banega

Los disparadores

Cada nota tiene siempre un disparador. Un llamado de atención que aparece en el lugar menos esperado y hace que empecemos a enlazar, a enredar datos, recordar anotaciones, comentarios, situaciones, imágenes. Ser curiosos es imperativo, como decía el maestro. Teatro 3 de Febrero de Paraná. Monumento Histórico Nacional y, en este caso, espacio elegido para brindar un espectáculo con fines solidarios. Los que allí estaban, además de oír buena música, aportaban para fortalecer a una fundación que este año obtuvo su personería jurídica: Fundación Solidaria Mitre.

Recordemos que en estas páginas (edición del 23 de junio pasado) nos referirnos hace tiempo al impacto de la pobreza en nuestras ciudades, al mostrar, con respeto, a quienes están en situación de calle. Describimos la sensación de encontrar a tantos hurgando lo que sea de la basura, tirando de carritos improvisados por muchas horas cada día.

Dijimos (y reiteramos) que existe un colectivo de silenciosos operadores sociales que se organizan, con empatía y desinterés, para ayudar.

Por fuera de esquemas preconcebidos, alejados de la especulación, espontáneos, sin intereses difusos, transitan por sus obligaciones cada día y disponen parte de su tiempo para mejorarle la vida a otro ser humano. Buenas personas.

Aportan buscando equidad. Generadores de paz social, sin duda. Quieren ampliar horizontes a quienes están viviendo en un entorno difícil y al lograr cercanía mostrar oportunidades.

Esfuerzo ciclópeo en un tiempo egoísta. Donde nos hemos acostumbrado a mirar para otro lado. O porque, pandemia mediante, nos volvimos demasiado sobre nosotros mismos.

Los que trabajan por y junto a sectores humildes, buscan poner en marcha un círculo virtuoso que le permita a muchas personas, con un aporte, un empujón, con una idea, hacer frente a sus necesidades diarias.

(La nota completa en la edición 1134 de la revista ANALISIS del jueves 15 de septiembre de 2022)

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