Marca ciudad: hicimos (casi) todo bien

Diseñadores gráficos de la ciudad expresan desde lo técnico sus disidencias con el isologotipo final que ya es la cara de la estrategia de posicionamiento de Paraná desde el turismo, la cultura, lo productivo, xxxx y xxxxx. Su similitud con la marca de la Universidad Nacional de Entre Ríos y el hecho de sostenerse en el pictograma universal del río no convencen a muchos, aunque marca un punto de inflexión en la gestión política municipal acerca de cómo deben hacerse las cosas.
Gustavo Sánchez Romero / Especial para la Revista ANALISIS
Hay que bucear profundo en el tiempo y desempolvar la experiencia del Pedep (Plan Estratégico de Desarrollo de Paraná) del año 1998 para encontrar un proceso virtuoso de planificación de la ciudad con participación genuina de la comunidad y el logro de consensos a pesar de intereses múltiples.
Con ese experimento de casi 25 años atrás, la ciudad ensayó la creación de un espacio abierto donde se logró un programa a partir de intensas jornadas de debate y donde la sociedad civil se sintió muy cómoda siendo parte de la configuración de las coordenadas futuras de su lugar de vida. Fue durante la primera gestión de Sergio Varisco.
Se sucedieron luego más de dos décadas de fragmentación, de gobiernos aislados y alienados que se presentaron luminosos y autosuficientes y cuya saga alternada conminó a Paraná a navegar por andariveles vacilantes, ambiguos y desorientados.
Las consecuencias están a la vista.
La actual gestión intentó generar un esquema en el mismo sentido. Si bien fue algo más puntual y circunscripto a aspectos técnicos, la experiencia Marca Ciudad, abrevó de este espíritu. "Nació a partir de un proceso participativo y colaborativo, en el que formaron parte múltiples sectores y organizaciones de Paraná. Las decisiones estuvieron respaldadas por un importante consenso que otorgó solidez y transparencia al proyecto en su conjunto. El proceso hacia la definición de una Marca Paraná brindó espacios para pensar y poner en palabras aquello que ya estaba latente: ¿qué nos distingue para ser como somos?, ¿qué nos enorgullece y qué nos gustaría cambiar?, ¿cómo dibujamos el horizonte de la ciudad que queremos, y con qué medios podemos alcanzarlo?", reza la declaración de principios de la iniciativa del Ejecutivo Municipal.
El proceso debía concluir con una huella insustituible que le diera continuidad institucional y el aval del arco político: una ordenanza que definiera la comunicación visual, pero no sólo eso, como un bien cultural que se proyecte más allá de las gestiones y funcionarios.
Lo logró, o al menos comenzó a dar los primeros pasos. Enhorabuena y que no parezca poco.
(La nota completa en la edición 1136 de la revista ANALISIS del jueves 17 de noviembre de 2022)