El reportaje impertinente

El pan con receta familiar de generación en generación

Edición
1142

Todo está como era entonces. En los tiempos que corren los Bovolini mantienen la tradición familiar y las recetas para hacer el pan en horno a leña. En dialogo con ANALISIS contaron la historia que hoy los lleva a ser una panadería a la que nadie puede resistirse.

Por Claudia Martínez

Es inevitable esquivarla en calle Irigoyen, casi Alem. El negocio está apenas cambiado de aquel de 1932, cuando Humberto Bovolini fundó la panadería La Industrial.

Las viejas bateas para poner el pan, las balanzas con contrapeso, aquellas que aguja marcaba la verdad a la hora de pesar, el horno que quema leña y arde dándole al pan una característica única, formaron parte de la charla de estos hermanos, que siguen la tradición de papas y abuelos.

Los Bovolini no entienden cómo es que despierta curiosidad el hecho que hagan el pan como lo hacen solo ellos.

Arnoldo Humberto Bovolini (Barco) tiene 72 años y su hermano Jesús, alias “Cacho” tiene 78. La panadería La Industrial, obvio, muchos más años que ellos.

“No sé cuántos años; eso no sabría decirle si hace 92 o 94 años”, relata Barco mientras muestra la inolvidable foto de su papá en la pared del negocio.

“Yo empecé a trabajar a los 16 años, teníamos el despacho en la esquina de Alem e Yrigoyen. Era la casa de mi abuelo y como se dividió todo el terreno, esta parte nos tocó a nosotros” dijo señalando donde ahora está la cuadra de la panadería.

Barco arranco de muy chico la tarea en el mostrador. “Yo tenía una tía que estaba en la atención al público en el mostrador, falleció ella y me pusieron a mí”, cuenta entre risas y agrega: “Yo iba a la escuela de noche al Colegio Nacional y durante el día trabajaba, después que mi padre se hizo cargo de la panadería empecé a repartir”, recuerda.

Jesús Bovolini (Cacho, 78 años), su hermano mayor apareció en escena apurado, porque sabía que tenían visitas. “Yo repartía pan en varias sucursales, y después cambiamos, Cuando vinimos acá después de la sucesión, edificamos acá y todo eso lo hizo mi papa. Yo vine al despacho y mi hermano se encargó de comenzar a repartir. No habíamos dejado la secundaria y estábamos trabajando en la panadería”, dijo.

- ¿Qué es lo más duro de tener y trabajar en la panadería?

-No sabemos -dicen a coro-. Ya estamos acostumbrados, nos gusta mucho estar en esto y más ahora que estamos trabajando en familia con Uriel y Tomás, nuestros hijos. Somos cuatro.

Los Bovolini son solo dos hermanos y es una de las panaderías más antiguas de Paraná.

Dicen que “seguimos iguales que siempre”-dicen mientras muestra la vieja balanza que esa sobre el mostrador

“Seguimos igual que siempre: con las balanzas a pesas, con los mismos muebles y la cuadra de la panadería tal cual estaba”, cuenta el mayor de los Bovolini que se prendió de la charla ni bien entro a la panadería.

Con los hijos de él-por los de Humberto-han intentado reformar y renovado algunas cosas, pero la panadería sigue conservando el perfil que le dio su fundador.

Cacho dice que “seguimos manteniendo las características que galleta y el pan. El pan sigue siendo lo que más se vende. Acá nos ayuda el hecho que hacemos el pan como se hacía antes, con el horno a leña, sin aditivos ni conservantes. Nada de nada. Con la receta que nos dieron nuestros padres y nuestros abuelos”, aclara.

(Más información en la edición 1142 de la revista ANALISIS del jueves 20 de julio de 2023)

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