La historia de Miguelito Domínguez

Edición
1148

El itinerario del uruguayense Miguel Alejandro Domínguez es representativo de uno de los mecanismos más usados por la dictadura para lo que podría denominarse “la solución final” ideada por los cerebros más perversos del terrorismo de Estado: la sencilla y directa eliminación de las personas. Las mismas mentes que idearon los vuelos de la muerte o las apropiaciones de bebes de sus víctimas planearon situaciones fraudulentas en las que “subversivos” se fugaban o eran liberados, pero en la realidad, fingían esa escena para asesinarlos impunemente. Es el caso de Miguelito, que estuvo tres años legalmente preso y desapareció en el momento de su “liberación”.

Por Américo Schvartzman

Miguelito, El Cabezón para sus compañeros de militancia, había nacido el 11 de marzo de 1949 en Concepción del Uruguay. Miguel Alejandro Domínguez era hijo de Miguel Eusebio, suboficial mayor de la Prefectura Naval Argentina, y de Dora Margarita Suárez. Tenía una hermana, Dora, que era enfermera y falleció joven.

Miguel estudió la secundaria en el Colegio del Uruguay, al que ingresó en 1962. Su amigo y compañero de estudios en esos años, Fernando Gadea, lo recuerda como “fanático de Racing, lo hacíamos enojar porque era calentón, pero buena persona. Era un tipo muy noble y muy inteligente. Terminamos la secundaria en el ‘67, él se fue a Rosario y yo a La Plata, pero nos juntábamos cuando veníamos a la ciudad”.

En 1968 Miguelito se fue a estudiar Ciencias Económicas a Rosario, y allí comenzó a tener una activa militancia estudiantil. Juan Wolmy, que fue compañero de militancia y amigo de Miguel en la ciudad santafesina, lo conoció “en reuniones de lo que después fue el socialismo popular, el de (Guillermo) Estévez Boero y (Hermes) Binner. Un día El Cabezón dejó de ir a las reuniones y se acercó a un grupo cuyo líder era un tal (Eduardo) Garat, un sector de Franja Morada muy radicalizado y al que le decían ‘La Franja Anarca’, y dejé de tener noticias de él”. En efecto, en testimonios sobre la historia de la izquierda peronista en Rosario en los comienzos de los años ‘70, el nombre de Miguel aparece asociado al de Garat.

Daniel de Michele, por entonces estudiante de Medicina en Rosario, vio a Miguelito liderando a grupos universitarios. “Andaba por todas las facultades, me parece verlo arengando en las escaleras de entrada de la Facultad de Medicina, aunque él no estudiaba allí, pero había elecciones y aparecía. Muy expuesto siempre, y osado”.

El Cabezón, a la cabeza

La Tendencia Revolucionaria del peronismo no tenía al inicio presencia orgánica en Rosario, pero surge sobre la base de una escisión de Franja Morada, la agrupación universitaria reformista que a fines de la década del ‘60 discutía la posibilidad de sumarse al radicalismo. El alineamiento era resistido por militantes de Ciencias Económicas y de Derecho, con el liderazgo de Miguel Domínguez en la primera y de Eduardo Garat en abogacía. “En Económicas estaba la escisión más fuerte, con El Cabezón Domínguez a la cabeza, y cuando por el año ‘72 vienen a Rosario (Rodolfo) Galimberti y (Julián) Licastro que eran los delegados de Perón para la juventud, aquellos se encolumnan detrás de esta idea y ayudan a crear Montoneros”, dice uno de los testimonios recogidos por Cristina Viano.

(Más información en la edición gráfica de la revista ANALISIS, edición 1148, del día 14 de marzo de 2024)

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