El “civilizador” que defendía a la “barbarie”

La fórmula “civilización y barbarie” propuesta por Sarmiento (en cuyo honor se celebra cada año el Día del Maestro en la Argentina) marcó la discusión política y cultural en el país a partir de mediados del siglo XIX. Sin embargo, hace casi 160 años ya era cuestionada, desde Entre Ríos. Y no por cualquiera: el atrevido era un “civilizado” sabio europeo radicado en estas tierras, un verdadero “civilizador”, Alejo Peyret, quien la refutó con enjundia filosófica. Aquí se rescata esa poco conocida impugnación.
Por Américo Schvartzman (*)
Cada época produce los sentidos dominantes de su tiempo. Pero en todo período histórico hay voces cuestionadoras -muchas veces solitarias o perseguidas- que escrutan con mirada crítica lo que para el resto es “sentido común”, Zeitgeist, espíritu de la época.
Ese testimonio disidente, a veces irónico o en clave (dependiendo de los límites que cada época pone), suele ser expresión de una pequeña minoría divergente. Y por eso queda sepultado por la hojarasca oficial o aceptada, hasta que alguien se lo topa sin querer. Entonces, recuperado por otra época (en la que el espíritu cambió y se revisan errores del pasado) aquel testimonio execrado, olvidado o prohibido, brilla ahora como un extraviado diamante, como una ignota piedra preciosa, de la que por fin (como en la canción de Fandermole) “su forma latente se vuelve real”.
Alejo Peyret (1827-1902) es uno de esos testigos disidentes. Este bearnés erudito e incansable se exilió en el Río de la Plata tras el fracaso de la Revolución del ‘48 en su Francia natal. Llegó a una Argentina apenas naciente, de la mano de Urquiza, nuestro Washington poco reconocido, ninguneado por la historiografía hegemónica, tan portuaria ella. Desplegó aquí una labor “civilizadora”, elogiada en su época, olvidada luego y que empieza a ser reconocida en los últimos años. (De paso: es buen momento, porque se aproxima el segundo centenario de su nacimiento y las fechas redondas siempre son una gran excusa para hacer justicia con las figuras del pasado olvidadas o distorsionadas).
En este caso, traemos al presente su temprana refutación de la tesis de “civilización y barbarie” del gran sanjuanino contradictorio. Es una pieza notable de retórica filosófico-política. Tanto, quizás, como aquella a la que intentaba responder.
(Más información en la edición gráfica de la revista ANALISIS, edición 1154, del día 22 de septiembre de 2024)