Perfil del entrerriano que fue a visitar a los genocidas

Los misterios del diputado Benedit

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Fue compañero de colegio de Eduardo Mencho Germano y visitó en la cárcel a uno de sus asesinos. No se le conoce actividad militante, llegó al Congreso porque no había a quién poner y desde que asumió no le atendió más el teléfono a nadie de su espacio. De perfil bajo y sin haber dado nunca pistas sobre sus ideas, protagonizó uno de los hechos políticos más siniestros desde la recuperación democrática. ¿Quién es y qué objetivos persigue el diputado nacional Beltrán Benedit?

Luciana Dalmagro y 

Gabriela Gómez del Río

Que Beltrán Benedit haya sido compañero de escuela de Eduardo Germano ya de por sí es perturbador. Pero hay otro dato aún más siniestro: entre los genocidas que el diputado visitó en Ezeiza está Mario Marcote, uno de los condenados por el secuestro y asesinato del recordado Mencho.

Benedit fue al menos en dos oportunidades al pabellón de lesa humanidad. La primera vez fue el 15 de marzo. Luego de la visita, la hija de un detenido le agradeció en redes sociales y él respondió que estaban “trabajando por la pronta liberación de los patriotas”.

La visita del 11 de julio fue la que desató el escándalo. En la foto que tomó estado público, el diputado entrerriano aparece junto a genocidas célebres como el exintegrante del Grupo de Tareas de la ESMA Alfredo Astiz, el exagente civil de Inteligencia del Ejército Raúl Guglielminetti y el exmarino Adolfo Donda.

En la imagen hay otros personajes temibles, pero menos conocidos, entre ellos el exmiembro del Servicio de Informaciones de la Policía de Santa Fe, Mario “El cura” Marcote.

Marcote tiene dos condenas en causas de lesa humanidad en la que las víctimas son de Entre Ríos: la desaparición y muerte de Eduardo Germano y los delitos contra la integridad sexual de la psicóloga paranaense Adriana Beades.

En los chats que se filtraron, Benedit dijo que fue “una visita humanitaria” y calificó a los represores como “excombatientes que libraron batallas contra la subversión marxista”. 

¿Cómo llegó Benedit a embarcarse en esas acciones? ¿Por qué cortó vínculos con su espacio político en Entre Ríos? ¿Sabía que estaba visitando a uno de los ejecutores de su compañero de secundaria? ¿Hay algún rastro en su historia que permita entender sus acciones? 

En un intento de responder algunos de estos interrogantes, ANÁLISIS trazó un perfil del diputado, que abarca su pertenencia familiar, sus años en el Colegio La Salle, el inicio de su actividad política, sus negocios y su llegada al Congreso de la Nación, entre otros aspectos.

Un tipo educado

El armado electoral de La Libertad Avanza en Entre Ríos fue vertiginoso. Los tiempos acotados, la falta de experiencia con los trámites de conformación de listas y la escasez de cuadros para llenar todos los casilleros complicaron el proceso.

Otros tiempos: en campaña, los candidatos de LLA a presidente, gobernador y diputado.

Definir que iba a ser Sebastián Etchevehere el candidato a gobernador ordenó la estructura. Pero la decisión no fue fácil. “A Javier Milei primero no lo conformaba mucho. Tenía prejuicios por el apellido, decía que no era el perfil del espacio político. Finalmente aceptó y terminó muy conforme”, comentó a este medio un dirigente destacado de LLA en la provincia.

Con Etchevehere ya posicionado, se realizó una reunión en Villaguay con referentes libertarios de todos los departamentos. El entonces candidato a gobernador llevó a un grupo de allegados y los presentó con la intención de que integraran las listas. Entre ellos estaba Beltrán Benedit.

Ingeniero agrónomo, con trayectoria en la Sociedad Rural y vínculos con el sector agropecuario, impresionó bien a quienes tomaban las decisiones. Pasaron pocas semanas para que le propusieran ser candidato a diputado nacional.

En el primer tramo de la campaña, lo recuerdan como uno de los más activos. “Era un tipo educado, amable, acompañaba, recorría cuando no muchos se sumaban. Armó varias reuniones con la gente del campo. Ponía el auto y también aportó económicamente. El día de las elecciones se ocupó de repartir las viandas a los fiscales. Pero hoy no es el Beltrán que conocimos”, define el dirigente.

Llegaron las elecciones, la lista de diputados que Benedit encabezaba obtuvo 171.591 votos y le aseguró el acceso a una banca en el Congreso nacional. Todo fue abrazos y festejos, hasta que comenzaron a aparecer algunas asperezas.

“Con el cargo asegurado, empezó a cambiar. Dejó de atender a la gente del campo con la que se había comprometido en la campaña y se cortó prácticamente solo”, recuerdan quienes participaron de la actividad proselitista de esos días.

A Benedit lo volvieron a ver en diciembre, por televisión, cuando juró en el recinto de la Cámara de Diputados. No invitó a nadie del espacio político y fue acompañado solamente por sus familiares.

La ruptura llegó cuando logró colocar a José Julio Barci al frente de la delegación de PAMI en Entre Ríos. “Argumentó que tenía experiencia porque había trabajado en PAMI en la gestión de Mauricio Macri, pero nunca mencionó que era su consuegro y nosotros habíamos acordado no poner familiares”, precisó otro dirigente consultado.

En la web de la Cámara de Diputados figura que trabajan en su despacho dos empleados de planta temporaria: Analía Laura Hernández y un sobrino suyo, Pelayo Francisco Lacal Montenegro, hijo de un militar, que también participó de la visita a Ezeiza.

Las estrellas y el carnet

En su rol de diputado, Benedit no se destacó en los primeros meses en la banca. Presentó un proyecto de un solo artículo para derogar la reforma de la ley de manejo del fuego y dos proyectos de declaración: uno a cuatro años de la fiesta de Olivos, para expresar repudio, y otro por la preocupación respecto de un acuerdo con la OMS.

En junio fue noticia nacional por oponerse a las estrellas amarillas que recuerdan a víctimas de accidentes de tránsito. 

Hizo uso de la palabra por primera vez en el recinto, cuando se trataba un proyecto de declaración sobre la iniciativa. Se presentó como católico y explicó que no iba a acompañar porque se estaba ante “expresiones paganas que van en reemplazo de nuestra tradicional cruz”.

Con esa intervención, se ganó titulares y los medios empezaron a definirlo como “ultraderechista”. Desde Madres del Dolor lo denunciaron por circular con la licencia de conducir vencida y revelaron cuantiosas deudas por infracciones de tránsito a su nombre, tanto en Entre Ríos como en CABA.

Nadie sabía ni sospechaba que en marzo había realizado una primera visita al pabellón de lesa humanidad.

Indicios de negacionismo

Una ronda de consultas realizada por ANÁLISIS en ámbitos en los que Benedit se movió a lo largo de su vida no encontró una sola mención a temas como la dictadura, los derechos humanos o los juicios de lesa humanidad.

Benedit fue alumno del Colegio La Salle en Paraná, en la década del ‘70, en tiempos en que la militancia estudiantil era intensa, pero siempre se mantuvo al margen.

Benedit y el asesino de Germano (delante de Astiz) en la foto de Ezeiza.

Tampoco se lo recuerda con una ideología en particular en su paso por la Sociedad Rural. Y no hay registro de alusiones suyas al tema en la campaña proselitista, cuando se decidió a jugar en política, y mantuvo innumerables reuniones en las que se habló de todo. 

Una exteriorización de la ideología que anidaba en Benedit, quizás la primera, se produjo en una entrevista que brindó en noviembre de 2023, cuando ya era diputado electo. 

Faltaban pocos días para el balotaje y ese era el motivo de la consulta de Radio Plaza, además de anticipar la tarea legislativa. Pero la charla derivó por otros carriles.

Cuando se lo consultó por su opinión acerca del posicionamiento de la entonces candidata a vicepresidenta Victoria Villarruel, que en semanas previas había expuesto públicamente sus ideas, Benedit contestó con los argumentos que piden “la verdad completa”. 

Sorprendió hablando de “subversión” y cuestionando por “imparciales” los juicios de lesa humanidad. “Me hubiera gustado algo más serio”, opinó. Ante la lógica repregunta, fue tajante: “Si ustedes quieren hacer de esto una discusión ideológica, yo no voy a entrar”, concluyó.

Tras asumir como diputado, Benedit se integró plenamente al bloque y se convirtió en una suerte de referente de algunos legisladores jóvenes. Fotos grupales con Lilia Lemoine, Bertie Benegas Lynch y otras estrellas de la constelación libertaria abundan en sus redes sociales.

Con quien llegó a tener un vínculo cercano fue con la diputada Lourdes Arrieta, quien después lo denunciaría públicamente por organizar la visita a los genocidas e incluso lo acusaría de haberla llevado engañada.

Con la joven legisladora mendocina fueron juntos en enero a visitar el Cuartel de La Tablada. Con un álbum de fotos, el diputado que había asumido en la banca prometiendo que se ocuparía de los temas del campo, contó en sus redes: “Hoy recorrí el cuartel atacado por guerilleros marxistas del MTP donde fueron muertos muchos soldados en defensa de la Patria y de las instituciones democráticas”.

También acompañó a Arrieta a su provincia a la tradicional Fiesta de la Vendimia. “Quiero agradecer a Beltrán Benedit por sus consejos, su acompañamiento y apoyo incondicional”, posteó la legisladora durante ese viaje a Cuyo junto a una foto de ambos con las reinas de la vendimia.

Quince minutos después, él le respondió en redes: “LLA va tomando cuerpo en Mendoza de la mano de Lourdes Arrieta. Inmejorable opción para su provincia”.

Inorgánico y desconcertante

Cuando en LLA de Entre Ríos vieron a su diputado en los titulares de los medios nacionales por la visita a los genocidas, ardieron los grupos de whatsapp. “Nos desconcertó. Nadie entendía nada. Todos preguntando qué le pasó”, cuenta una dirigente del espacio.

“Se le patinó el cerebro. No entendemos realmente qué le pasó. Parece el típico caso del que se le sube el poder a la cabeza”, intenta explicar un excandidato de LLA que no puede disimular el enojo.

“A lo mejor está siendo auténtico e inhibió estas ideas durante años, pero con nosotros jamás habló de estos asuntos. Lo suyo era el sector agropecuario y nunca más se ocupó del tema. Y encima vemos capturas donde trata de blando y papanatas a nuestro gobierno. Es evidente que está haciendo un juego personal que no puede terminar bien. Se va a hundir solo”, vaticina el dirigente.

En un primer momento, hubo quienes conectaron el accionar de Benedit con Isabel Rodríguez Varela, esposa de Sebastián Etchevehere cuyo padre, Alberto Rodríguez Varela, fue ministro de Justicia y luego abogado de Jorge Rafael Videla.

El distanciamiento de Benedit con Etchevehere y su familia hecha por tierra la versión. Además, la propia Rodríguez Varela lo desmintió. Consultada por ANÁLISIS negó tener injerencia sobre el legislador y aseguró no conocer los proyectos que promueve.

“Él tiene sus aliados y no somos nosotros. Nos enteramos de todo esto por los medios y no es parte de nuestra agenda. Él no trabaja de forma orgánica con el grupo que lo llevó a ocupar su banca”, aclaró Rodríguez Varela, que en las últimas elecciones fue candidata a diputada provincial.

Entre los diputados nacionales de Unión por la Patria manejan otra hipótesis: consideran que el organizador de la movida es otro de los diputados que fue a Ezeiza, Guillermo Montenegro. El legislador es señalado como muy cercano a Villarruel y hay quienes suponen que, en una suerte de reclutamiento, detectó a Benedit. 

“Montenegro pergeñó todo y lo puso a Benedit al frente, porque no es posible que él por motu proprio haya armado todo esto”, especulan en UxP. “Y Benedit claramente no dimensionó lo que estaba haciendo”, acotan.

Los cruces del horror

Las historias de Benedit y el Mencho Germano tienen más de un cruce. Además del aula y el colegio, compartían la cuadra: ambos vivían sobre calle Santa Fe, en casas enfrentadas a pocos metros.

No eran amigos. Benedit no se juntaba con nadie y se mantenía alejado de los debates y los grupos políticos donde el Mencho era protagonista.

Antes de ser diputado, Benedit se refirió a la dictadura y a Germano, sin nombrarlo. “Yo viví esa época triste. La sentimos cerca en el Colegio La Salle. He tenido amigos y familiares que han estado de distintos lados. Tuve compañeros de colegio que lamentablemente estaban del lado de la subversión y los mataron y los recuerdo con dolor”, mencionó en una entrevista en Radio Plaza. 

Ante la consulta, confirmó que se refería a Germano. Faltaban cuatro meses para que fuera a visitar a uno de sus ejecutores.

A casi cincuenta años de la promoción 1975, el profesor Jorge Noro conserva en su poder trabajos prácticos realizados por sus alumnos y revistas escolares donde se reflejan los puntos de vista de los estudiantes de aquellos años.

El docente ya jubilado dictaba Filosofía, Educación Cívica y Educación en la fe en La Salle. Está radicado en San Nicolás de los Arroyos y comparte con ANÁLISIS los documentos que atesora.

Prolijamente anillados, muestra una serie de trabajos prácticos. Hay uno de Germano y otro de Benedit, con sus nombres escritos de puño y letra y las edades: tenían 17 años.

Germano compartió una definición sobre la fe, tal como se pedía en la consigna: “Para mí es la creencia en algo, en la seguridad de su verdad y en la certeza de su justeza. Esto se puede dar en diferentes planos y lo determina la ideología de cada uno. De nuestro proyecto ideológico sale nuestra fe”, puede leerse.

Más adelante, se refería a un Dios “no tanto como lo presenta la iglesia” y expresaba: “Pienso que el compromiso con él se puede dar por fuera de las instituciones religiosas: es decir, aquel que lucha y se juega la vida para que haya más justicia en el mundo está asumiendo un compromiso con Dios”.

Para Benedit, la fe podía sentirse “de una sola manera: amando a Dios y creyendo en Dios”. La definía como “no perder nunca las esperanzas, ni un momento, y entregarse en pleno a la voluntad de Dios”.

En 1975 el curso viajó en tren a Bariloche. Benedit fue. Germano no. “Decía que no estaba bien gastar tanta plata en eso habiendo pibes que pasaban hambre”, recuerda un excompañero.

Al año siguiente, el primer día de clases el frente del colegio de calle Santa Fe apareció con una pintada: “Bienvenidos futuros guerrilleros lasallanos”. Dos semanas más tarde se produjo el golpe de Estado. Y cuatro meses después, en julio, Eduardo Germano fue detenido y estuvo desaparecido durante nueve días en el Escuadrón de Comunicaciones del Ejército en Paraná. 

Una vez liberado, partió a Rosario, donde fue secuestrado el 17 de diciembre de 1976. Diversos testimonios lo situaron cautivo y víctima de torturas en el centro clandestino del Servicio de Informaciones, conocido como “El Pozo”, que funcionaba en los sótanos de la Jefatura de Policía.

Su familia recibió una carta anónima en la que les decían que Eduardo había sido asesinado “posiblemente el día 26”. El 28 el diario La Capital publicó una noticia policial en la que daba cuenta de “una pareja abatida”. Luego se supo que, junto a María Cristina Pignanelli, Eduardo Germano había sido asesinado y su cuerpo volado con explosivos en el barrio de Fisherton.

La investigación posterior determinó que los restos del Mencho fueron llevados al cementerio La Piedad y enterrados como NN. Fueron identificados en 2014 por el Equipo Argentino de Antropología Forense y restituidos a la familia. 

En mayo de ese año se llegó a la sentencia en la denominada causa Feced por parte del Tribunal Oral Criminal Federal Nº 2 de Rosario. Tres genocidas fueron condenados por el secuestro, desaparición y asesinato de Eduardo Germano: José Rubén Lofiego, Ramón Alcides Ibarra y Mario Marcote, a quien fue a visitar Benedit. Todos recibieron penas de prisión perpetua.

A Lo Fiego y a Marcote se les sumaron penas por delitos contra la integridad sexual contra dos detenidas. Una de ellas es la psicóloga paranaense Adriana Beades. “Buscaban destruirnos no sólo el cuerpo sino también el alma”, declaró la profesional en el juicio que se desarrolló en 2013.

La sentencia contra Lo Fiego y Marcote fue una de las primeras que incluyó a los crímenes sexuales como delitos de lesa humanidad luego de décadas en las que el Poder Judicial los dejó solapados bajo la figura penal de “tormentos”.

Saludo presidencial

Luego de que se conociera la visita a los genocidas, en la Cámara de Diputados se presentaron varios proyectos de resolución repudiando el accionar.

También hubo una propuesta para crear una comisión especial en el seno del cuerpo con el objeto de investigar los hechos y en algunas iniciativas se pidió la expulsión de Benedit y de los otros diputados libertarios que participaron.

Organismos de derechos humanos también expresaron su rechazo y hubo denuncias penales por apología del crimen, entre otras figuras.

Benedit se mantiene firme en sus posturas. El domingo en la presentación del presupuesto, el presidente Javier Milei ingresó por el lado izquierdo del recinto y el entrerriano fue el primer diputado al que le estrechó la mano con una sonrisa.

Organismos de derechos humanos reclamaron el martes mediante sendas notas enviadas a los bloques de la Cámara de Diputados que a más de dos meses de conocidas las visitas, no hay ningún avance.

Además de esclarecer las alternativas de la presencia de legisladores en Ezeiza, piden precisiones acerca de los proyectos de ley que apuntan a garantizar la impunidad de los represores o a morigerar sus condiciones de detención.

Si bien se especuló con la posibilidad de que, ante el escándalo institucional, la bancada “entregara” a Benedit para aquietar los ánimos, una expulsión requiere de dos tercios de los votos, un número difícil de alcanzar.

A Benedit lo siguen en la lista dos colegas ingenieros agronómos también ligados a la Sociedad Rural: Candelaria Bartoloni y Miguel David Robledo. Uno de ellos dos completaría el mandato en caso de que se produzca la vacante.


ALGO PERSONAL

Beltrán Benedit cumple 67 años la semana que viene. Nació el 28 de septiembre de 1967 en Buenos Aires y se mudó a Paraná años más tarde junto a sus padres y hermanos.

Su nombre conserva la tradición familiar paterna. Su bisabuelo fue Beltrán Benedit Aguerre, su abuelo Beltrán Benedit Fernández y su padre Beltrán Benedit Iribarren, abogado nacido en La Plata, experto en platería criolla y virreinal, que falleció en 2020.

El oficio de platero fue elegido por uno de los hermanos de Beltrán, Juan Ramón. Lo ejerció fabricando objetos para la tradicional talabartería El Bagual que durante años atendió junto a su madre, Alicia Merlo, en calle 25 de Junio en Paraná. Después fue chofer en Tribunales.

La familia se completa con las hermanas mujeres: Asunción, Damiana y Ángela Benedit. Las tres viven en el sur del país.

El diputado Benedit está casado con María Paula Carricart y tienen tres hijos: Galo, ingeniero agrónomo, egresado de la Universidad Católica (UCA) en Buenos Aires; Rosa, que es fotógrafa; y Lucio Ramón, quien se dedica a la cría de caballos de polo en Estados Unidos y está casado con una psicóloga hija de Julio Barci, el consuegro que Benedit logró ubicar al frente del PAMI ocultando la relación familiar.

Antes de ser diputado, Benedit fue director suplente del distrito Entre Ríos de la Sociedad Rural y dirigió la delegación local del Renatre. También tuvo una inmobiliaria.

Los que lo conocen de la actividad comercial lo califican como “mal pagador”. En distintas bases de datos figuran causas civiles de distintos bancos por créditos que tomó y no canceló. También hay ejecuciones por deudas con ATER y el embargo de una camioneta Toyota Hilux.

En 2014, Benedit dejó el cuarto piso de un edificio ubicado en Alameda de la Federación y se mudó a La Jaula, localidad costera ubicada en el departamento Diamante, donde posee una propiedad de cara al río, de difícil acceso.

Entre sus vecinos no cuenta con gran adhesión. Una recorrida que realizó ANÁLISIS recogió opiniones que lo señalan como “una persona apática y soberbia”. También hubo quien dijo a este medio que “Benedit no se hace querer y si se presentara para presidir la junta de gobierno sacaría dos o tres votos”.

Benedit es el propietario del Haras La Solapa, que se dedica a la cría y venta de caballos pura sangre de carrera y polo. Hasta el año pasado en una red social, se ofrecían los animales y la vía de contacto era el watsap del ahora diputado. 

En la zona hay vecinos que aseguran que “durante la campaña anduvieron por acá con Milei, buscando un caballo blanco para sacarse fotos”. 


UN CHICO CALLADO

“Estuvimos con Beltrán el anteaño pasado y seguía igual que siempre. Muy callado y bajo perfil. Todavía no era candidato. Cuando vimos en la tele que había estado en la visita a los militares no entendíamos nada”. Un excompañero de La Salle recuerda a Benedit y el último encuentro: en 2022 se reunió la promoción 1975 del tradicional colegio paranaense. 

En el edificio de La Salle, en calle Santa Fe en Paraná, hay una placa con los nombres de los 39 estudiantes de la promoción 1975. Sobresalen los de Eduardo Germano, asesinado por la dictadura; Sergio Rubín, periodista del Grupo Clarín especializado en temas religiosos; y Guillermo Grieve, ministro de Salud de la provincia, entre tantos otros.

05-Benedit y su curso en Bariloche (segunda fila, segundo de izquierda a derecha).

ANÁLISIS contactó a excompañeros y docentes de la época. En reserva, algunos accedieron a brindar algunos datos de lo vivido en esos años en el colegio que era dirigido por el recordado hermano Reynaldo Stang, que con sus ideas y enseñanzas orientadas por un fuerte compromiso social era combatido por el entonces arzobispo de Paraná, Adolfo Servando Tortolo, luego vicario castrense y férreo adepto del golpe de Estado y la dictadura.

“Las disputas políticas tenían su correlato en el colegio. Eran comunes las peleas en el patio y en reuniones, a los gritos y a veces hasta irse a las manos, generalmente iniciadas por los que se identificaban con Tortolo. Al sector de izquierda lo conducía el Mencho y a los de derecha, Rubín”, recuerda un integrante de aquella camada.

Los recuerdos sitúan a Benedit al margen. “Si bien lo percibíamos como más de derecha o medio gorila, no se acercaba a los grupos ultra católicos ni tampoco a los que estábamos armando la Asociación de Estudiantes Secundarios, donde debatíamos política y peleábamos por el boleto estudiantil”, mencionan.

La promoción 1975: Germano, Benedit, Grieve, Rubín y otros. 

Otro compañero recuerda a Benedit en los tradicionales campamentos de la institución. “Era el único momento del año en el que Beltrán se soltaba un poco. Lo recuerdo en fogones cantando La Marcha de la Bronca y A Desalambrar. Pero más de eso no pasaba. Hoy resulta increíble”, señala.

“Tranquilo, callado, perfil bajo. No tenía ningún amigo en la escuela. Estaba siempre solo. Casi que no le conocíamos la voz. Mucho menos su pensamiento”, acota otro compañero de promoción.

“Beltrán no hablaba con nadie. No tenía grupo de amigos y nunca se sumó a ninguna actividad militante de esos años, de ningún sector. Hoy sería de esos que te dicen ‘yo de política no entiendo nada’”, arriesga un tercero, que recuerda su paso por el equipo de rugby del Club Estudiantes, donde tampoco se destacó.


"FUE A VISITAR AL ASESINO DE SU COMPAÑERO DE ESCUELA"

Desde Barcelona, donde reside desde hace años, Gustavo Germano respondió la consulta de este medio. El también apodado Mencho es hermano de Eduardo Germano, militante de derechos humanos, reconocido fotógrafo y exintegrante del staff de ANÁLISIS.

Germano contó que le llegó un link con las palabras que dijo en el Congreso de la Nación el diputado Tomás Ledesma (PJ-Entre Ríos). Al expresar su repudio a la visita a Ezeiza, el legislador paranaense mostró una foto de Eduardo y resaltó que con Benedit eran compañeros de colegio 

“Fue muy emocionante ver la foto de mi hermano de esa época para denunciar este tema. A partir de eso, busqué las imágenes de la visita a Ezeiza y encontré a Marcote, al lado de Astiz. Es un perejil, pero se da la circunstancia de que es el ejecutor de Eduardo. Benedit, a quien yo no conozco, fue a visitar al asesino de su compañero de curso”, precisó Germano.

Germano: “Marcote fue el ejecutor de Eduardo y Benedit lo visitó”.

“Si el paso previo para masacrar a alguien es la deshumanización, este tipo no sé cómo hizo o qué tanto interés tenía en deshumanizar a la víctima para ir a visitar al ejecutor de una persona que él conocía. ¿Cuánta distancia tenés que tomar para pasar por alto este tema?”, indagó.

Germano, que es autor de la difundida muestra Ausencias, menciona su proyecto Contradesaparecido, que realizó junto a su compañera, la diseñadora gráfica Vanina De Monte. Se trata de una investigación visual que reconstruye el tiempo desde la desaparición de Eduardo hasta la identificación de sus restos.

“La muestra en realidad narra 38 años de historia y lucha colectiva y también familiar. Es sacar a Eduardo de su condición de desaparecido. Esta gente que fue a visitar a los genocidas sabía todo esto antes. Entonces, ¿cuál es el mensaje?”, concluyó Germano.

 

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