El cielo no puede esperar

J.P (*).
I.
Estaba sentado en la terminal de colectivos de Porto Alegre, junto al borracho más amable del mundo y un pensamiento único conquistaba mi cerebro: nunca voy a llegar hasta abajo, donde está el infierno. La obsesión es el primer síntoma de la sobredosis con cafiaspirinas. En ese momento, después de años de feliz ateísmo y a falta de un recurso mejor, supliqué a dios por una tregua del fuego que me consumía el estómago y la cabeza. Las consecuencias eran previsibles: una mujer de negro con una pila de diarios se sentó a mi lado, en la silla libre que me separaba del borracho, y empezó a molestar al pobre tipo que quería escuchar el partido por la radio. Era una enviada de la Iglesia Universal del Reino de Dios buscando gente para el domingo; una mensajera del Pare de sufrir en su idioma original. Después de un intento frustrado con el borracho, me miró con ojos vacunos y empezó de nuevo. Le dije al ángel de la billetera que quería hundirme en el infierno, que prefería vender mi alma al vicio y que el papa nuevo no conocía ni a Pelé. Era domingo 11 de septiembre. La mujer se fue y durante el viaje vomité de dolor. Sentía mi cuerpo magullado como los vagones del Gran Capitán. Con el tiempo me curé, pero aquella obsesión de pasajero en tránsito no era más que la verdad: nunca vamos a llegar hasta abajo, donde está el infierno.
Pare de sufrir no funciona para esta comarca. Hacer de tripas corazón es la consigna.
II.
Este martes, Día Internacional del Turismo, Ciudad Paisaje se vistió de fiesta para festejar el aumento de víctimas que llegan al pueblo. En el parque, los villeros de bronce del Monumento Nacional a la Amistad con el Negro fueron vestidos con zapatillas para la ocasión, y en el centro de la urbe se montó la exhibición de turismo más grande de la historia. La secretaría de promoción del Deporte y la Chamarrita tuvo la emotiva idea de convocar para la ocasión a un coro de minusválidos, al que se sumó la Banda de Corazones Solitarios de los hermanos Marisco. En la jornada de inauguración, el presbítero Grella relató las anécdotas de cuando comió pajaritos en China, y anunció el lanzamiento de la primera Fiesta Mundial del Armado Muerto, organizada en conjunto con las autoridades municipales de Goya, Corrientes. Aunque todavía falta contaminar un poco más, se sabe por anticipado que la fiesta será muy original, y atraerá a indígenas de todo el mundo. Por primera vez los pescadores podrán participar con lanzas de colores por equipos, para poder identificar quién atrapa más peces muertos desde la costa. Todo lo que logren pescar, será ingerido posteriormente en la primera Fiesta Municipal del Armado Muerto Frito. Para la ocasión, como broche de oro, los organizadores tienen pensado la presentación exclusiva del presbítero Grella, quien contará su experiencia con los pajaritos asados en China, pero en una nueva versión, en la que él defiende a las aves de la extinción pero los chinos lo obligan a comerse todo. Después habrá empanadas y tenis-fútbol con los hermanos Cuesta.
(*) Julián Pasternak o Juventudes Peronistas: elija la opción deseada.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)