Precariedad laboral en Concepción del Uruguay

Sin protección

Edición
702

Martín Barral
(desde Concepción del Uruguay, especial)

Un accidente sufrido por un joven operario de un aserradero disparó la duda: ¿qué requisitos piden el municipio o los organismos provinciales a las empresas que se radican en el Parque Industrial uruguayense? ¿Se cumplen estos requisitos? ¿Qué controles se llevan a cabo en los diversos establecimientos beneficiados? Según manifiestan desde algunas de las industrias instaladas, se realizan controles sólo una o dos veces al año, lo que evidentemente no alcanza para observar, seguir o castigar las anomalías que se presentan en cuanto a los trabajadores de algunos de los establecimientos.

El municipio le ofrece, como promoción para la radicación de empresas en el predio del Parque Industrial la eximición de las tasas y tributos comunales, por un período mínimo de diez años y un máximo de 20, ni se cobran las expensas por los servicios comunes. Todo en función del cumplimiento de los compromisos asumidos al formalizar el convenio. Además, la provincia, por el Régimen de Promoción Industrial, puede conceder la exención, reducción y/o diferimiento de impuestos por hasta diez años, pero sólo mientras las empresas cumplan con las leyes. Incluidas, obviamente, las previsionales y de trabajo.

El accidente antes referido sucedió a las 11 de la mañana del 24 de noviembre del año pasado, cuando Cirilo Segovia cayó sobre una sierra industrial -que estaba en funcionamiento- en el aserradero La Cajonera, asentado en el Parque Industrial. Según la información publicada en ese momento, el herido tenía 22 años, aunque varios testigos consultados por el semanario El Miércoles afirmaban que, en realidad, el lesionado era menor de edad. El joven no está registrado como empleado de la firma y, por supuesto, tampoco goza de los beneficios de una Aseguradora de Riesgos del Trabajo (ART), a pesar de la comprobada peligrosidad (para sus trabajadores) de la actividad que se desarrolla en la empresa. Debido a que los compañeros de Segovia no pudieron llamar desde la planta a la emergencia sanitaria, recurrieron a los vecinos, por lo que el chofer del camión del establecimiento debió llegarse hasta una fábrica cercana para pedir telefónicamente la atención médica.

Segovia, fue finalmente trasladado hasta el Hospital Justo José de Urquiza (que todavía funcionaba en el viejo edificio, a aproximadamente diez kilómetros del lugar del accidente), donde se le practicaron las primeras curaciones y se intentó estabilizar su salud, ya que eran de suma gravedad las heridas con las que llegó al nosocomio. Los médicos decidieron su inmediata internación en terapia intensiva debido a lo crítico del cuadro: tenía cortes diversos en sus brazos y traumatismo de cráneo encefálico grave, provocado por la herramienta y la caída.

La Comisaría Segunda debió intervenir e iniciar las actuaciones de oficio para establecer las circunstancias en las que ocurrió el accidente que puso en riesgo la vida del joven. Aunque no hay novedades en la Justicia respecto al caso.

“Un jardín de infantes”

Al momento de la visita del cronista de este semanario al aserradero donde ocurrió el accidente fue notoria la presencia de empleados adolescentes, e incluso niños. Segovia no aparecía ni siquiera en los padrones electorales del departamento Uruguay, lo que hacía sospechar que era menor de edad o -en el mejor de los casos- un individuo cuyo origen no está en la zona.

Un periodista de El Miércoles quiso conocer in situ la realidad de Segovia y el resto de los trabajadores del aserradero, por lo que intentó dirigirse a los responsables de la planta. Fue imposible hallar a alguno de los titulares pero, en cambio, una mujer que afirmó ser la encargada del lugar (aunque no se identificó) increpó duramente al reportero, quien tuvo la oportunidad de ver a varios de los empleados de la firma. Jóvenes que intentaban esconderse de la cámara y cuyos rostros y contextura física delataban su edad. La mujer no quiso dar mayores explicaciones, aunque aseguró: “Segovia no trabaja más acá”. Contradiciendo sus dichos, posteriormente acotó que el joven estaba “con parte de enfermo”.

Un empleado de Embolsar, una fábrica de bolsas de polietileno vecina al aserradero, en tanto, le describió La Cajonera a El Miércoles como “un jardín de infantes”, en una clara alusión a la edad del personal. El trabajador de la fábrica de polietilenos fue una de las primeras personas que asistió a Segovia, y quien llamó a una ambulancia para que asista a quien “era prácticamente un pibe”.

Este accidente desnudó la forma en que hacen su labor estos trabajadores. “Todo es muy precario en lo que respecta a seguridad laboral. No tienen nada, ni siquiera botiquín. No tenían medios para socorrer al chico y tuvieron que venir hasta acá a pedir el teléfono”, le comentó a este semanario el empleado de Embolsar. “A nosotros el Ministerio de Trabajo nos exige tener una ART, que justamente sirve para estos casos. Este muchacho no tenía ningún respaldo, no estaba amparado por nada”, agregó además. “Había teléfono, pero en una oficina que mantenían cerrada los patrones cuando no estaban, como cuando pasó el accidente”, reveló también un empleado del aserradero.

(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)

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