Por Eduardo Anguita

Empecemos por casa

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755

Eduardo Anguita

El Día del Periodista, una vez más, recibiremos llamados de los oyentes, correos de los lectores y otra clase de saludos que serán agradecidos y bienvenidos. Porque muchos periodistas se juegan por la verdad y porque muchos medios ayudan a entender “lo que pasa”. Pero también vale la pena recordar en esta fecha que la comunicación masiva es tramposa: los dueños de los medios no quieren que se sepan ciertas cosas, fundamentales en la trama de la información.

Por ejemplo, que tienen pasantes de 300 pesos en noticieros de canales de aire que firman cada tres meses su “renovación voluntaria” para que los abogados les digan “estás cubierto” si te llega un juicio laboral. O que los gerentes comerciales hoy tienen más poder que un director periodístico o que, directamente, ponen en cargos claves de redacción a quienes les hagan “vender más” y no a quienes vayan a fondo en el seguimiento de un caso de corrupción.

O que esos empresarios tienen a sus gerentes de relaciones institucionales destinados a que ningún diputado o senador sueñe con modificar la ley de radiodifusión o que impulse una comisión parlamentaria para que se debata cómo los dueños de unos pocos medios le dan el perfil a la "agenda periodística" que cada vez más se parece a una programación de una mezcla de entretenimiento, escándalo y juegos de disfraces.

Estos últimos años se pudieron hacer muchas cosas: derogar las leyes de la impunidad, cambiar a los miembros de la Suprema Corte o crecer a tasas chinas. Este 7 de junio, para que los saludos nos den un impulso, no nos olvidemos de unas pocas verdades que son el ABC de la comunicación. Si la difusión está en manos de unos pocos poderosos, no sirve. Si el Estado no convierte los medios que tiene en medios públicos, con participación abierta, tampoco sirve.

(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)

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