Perros que no ladran

Oscar Londero
Hace 10 días, de visita en Argentina, Joseph Stiglitz definió a los periodistas como “los perros guardianes de la democracia”. Pero dada la precariedad laboral, la falta de formación profesional y el apego a la publicidad oficial, cuesta creer que en Entre Ríos los trabajadores de prensa puedan cumplir con el rol que el Premio Nóbel de Economía le asigna a quienes desempeñan este oficio.
Si alguien está obligado a malvender su fuerza de trabajo y a correr de un lugar a otro para asegurarse un ingreso que le permita sobrevivir, cae de maduro que no podrá hacer una tarea relevante y con cierta incidencia social.
Tampoco podrá ayudar a modificar el estado de situación aquel que no se capacita ni presta interés por mirar más allá de sus anteojeras. Porque, a fuerza de ser sinceros, muchos confunden periodismo con teatro de revistas, y creen que por estar en los medios tienen licencia para abordar todo tipo de temas, ya que en verdad lo único que les interesa es satisfacer su ego.
Además, el surgimiento de numerosos portales en Internet, publicaciones y programas -ya sean radiales o televisivos- que parecen creados para justificar la asignación de órdenes de publicidad oficial, resulta incompatible con la tarea de contralor que Stiglitz le asigna al periodismo.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)