El enojo de los intendentes re-re

La lógica democrática indica que a todo sistema le hace bien renovar las conducciones de gobierno, en cualquiera de los estamentos. Pero no pareció entenderlo así el lote de intendentes entrerrianos que, a partir de la sanción por mayoría de los convencionales, no podrá tener la posibilidad de acceder a un tercer mandato. Los intendentes identificados con Sergio Urribarri en esta instancia, consideraron que hubo “una maniobra” del bustismo para perjudicarlos y coartarle el poder al actual gobernador. Los bustistas se limitaron a señalar que sólo se aplicó el mismo criterio que se impuso para la reelección del mandatario provincial. Lo que cuesta entender fue por qué desde el urribarrismo no existió preocupación con anterioridad salvo la publicación de una solicitada en los diarios. La realidad indica que el oficialismo gobernante perdió otra pulseada, que pudo ganarla si los miembros de la Coalición Cívica hubiesen mantenido la postura contraria. Antes, el bustismo ya le había impuesto el hecho de que ahora, la Legislatura provincial definirá la fecha de elecciones y no el gobernador, como siempre sucedió.
“El problema es que (Sergio) Urribarri siempre se mantuvo alejado de los temas de la Convención Constituyente y sus interlocutores, en eso del doble rol de funcionarios y convencionales, no lo fueron advirtiendo como hubiese sido necesario”. La frase de un bustista, quizás resuma algo de lo que fue sucediendo en este tiempo de la asamblea reformadora iniciada a fines de enero. “El gobernador nos ignoró”, acota otro convencional.
–Pero tuvo el conflicto más prolongado que debió soportar un gobernador, desde 1983 a esta parte, como la pelea con el campo –recordó este semanario.
–El tema es que después del conflicto con el campo tampoco varió su actitud.
–¿Y esto también puede comprender a los intendentes? –insistió este medio.
–Tampoco se involucraron, aún sabiendo, como el gobernador, que en los dos últimos años de administración tendrán que regirse con la nueva Constitución de Entre Ríos, porque llevará un año quizás la reglamentación de las nuevas disposiciones.
Y si uno observa la larga lista de intendentes –que no tendrán una nueva reelección, a partir de las modificaciones al Régimen Municipal y la aplicación de una cláusula transitoria– encuentra gente capacitada, con experiencia legislativa (como los casos de Faustino Schiavoni, de Nogoyá) o una importante cintura política, como Juan Javier García (de Chajarí y sin dudas uno de los hombres del PJ con mayor proyección) o el mismo Hugo Marsó, de Colón. “Pero nadie vino a hablar con nosotros en todo este tiempo, para objetarnos algo”, dijo el convencional Miguel Carlín, una de las espadas clave del bustismo. El jurista de Basavilbaso quizás no tuvo en cuenta que cada uno de ellos, entre marzo y buena parte de julio, varios de esos intendentes estuvieron atravesados por el conflicto del campo, soportando incluso situaciones hasta violentas en sus propios domicilios, como le pasó a Schiavoni, Juan Carlso Darrichón (Diamante) o Juan José Bahillo (Gualeguaychú), por la postura que adoptaron, a favor de las retenciones.
Está visto que a las escasas espadas del urribarrismo en la Convención no le alcanzaron las manos para lograr acuerdos con el bustismo. No lo pudo lograr Sigrid Kunath (una de las funcionarias de mayor confianza del gobernador y, a su vez, secretaria general de la Gobernación); ni Celeste Pérez (funcionaria de la Comisión Administradora para el Fondo Especial de Salto Grande en la costa del Uruguay), quien llegó a participar en alguna mesa chica con Urribarri en medio del conflicto con el campo.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)