Las responsabilidades de la política

Antonio Tardelli
Nadie pronostica bonos. Nadie vaticina abiertamente un cuadro así de traumático. Pero se aproxima el último cuatrimestre del año y no toma forma la única alternativa verdaderamente seria para enfrentar la delicada situación de la hacienda pública: la reformulación del vínculo que une a las provincias con el poder central. Por más firuletes retóricos que se intenten, la clave del desfinanciamiento está en la distorsión del sistema de coparticipación de impuestos.
El cuadro general –y el de Entre Ríos en particular– sería sustancialmente distinto si se hubieran defendido las proporciones que históricamente rigieron el reparto de los recursos. La buena noticia de que se incorporan voces al histórico reclamo federal se desdibuja apenas se advierte que los recién llegados son parte de una dirigencia que avaló o consintió el despojo. El panorama se complica para el Poder Ejecutivo si la interna peronista genera el insólito cuadro de que son los extrapartidarios quienes en la Legislatura sacan la cara por las políticas oficiales.
En lo que se refiere al vínculo institucional entre la Nación y la provincia, la política de los últimos 20 años, después de que el alfonsinismo sancionara la Ley de Coparticipación Federal, presenta dos constantes. La primera es que los sucesivos presidentes avanzaron sobre los recursos del interior o, en el mejor de los casos, cristalizaron situaciones previas. La segunda es que todos los gobernadores absorbieron las pérdidas sin patalear, temperamento que defendieron sobreestimando una prudencia que, argumentaban, recogería frutos ulteriores. Sólo hubo dos tibios intentos de resistencia.
Uno estuvo a cargo de Mario Moine y su proverbial impericia. El otro fue protagonizado por Sergio Montiel, quien en su segundo mandato ensayó algún berrinche bien insignificante en comparación con sus desplantes de los 80. Ambos, Moine y Montiel, terminaron con sus finanzas desflecadas. Con otra estrategia, Busti supo flotar al precio de identificarse abiertamente con las políticas de ajuste que caracterizaron a los 90. Aun cuando fue aprobada antes de su segunda asunción, la Ley de Emergencia, algunos de cuyos retoños sobreviven, tuvo su impronta.
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