El radicalismo, una manta corta

Antonio Tardelli
Ocurre que moverse en lo incierto no es, en este caso, un problema psicológico: es un inconveniente político. La distribución de candidaturas es un trámite sencillo cuando el horizonte marca, de modo indubitable, victoria o derrota. Quienes conducen saben cómo repartir los lugares cuando se avecina un triunfo; lo mismo cuando ven venir un traspié. Lo previsible colabora. El riesgo desaparece. La posibilidad de error no paraliza. Se apuesta más o se apuesta menos pero se apuesta sobre seguro. Atilio Benedetti, candidato a gobernador, se fue a dormir el domingo sin saber si había acertado o si había errado. Recién tendrá respuestas el domingo 23 de octubre.
Para Benedetti, lo mismo que para el paranaense Sergio Varisco, el dilema del fin de semana, colofón de un proceso que se extendió durante meses, era consolidar la hegemonía acaparando para sí la mayor cantidad de candidaturas posibles, exponiéndose así a eventuales deslealtades de sus adversarios, o abrirse a una negociación que cohesionara a la UCR al precio de entregar a sus opositores los apetecibles lugares legislativos que el Frente Progresista Cívico y Social cosechará de todos modos. Benedetti y Varisco se inclinaron por la segunda alternativa. Pero la política, como el fútbol según el brasileño Tim, es una manta corta: quien se cubre la cabeza se descubre los pies y viceversa. Benedetti y Varisco procuraron cerrar el frente partidario pero abrieron otro: el de sus seguidores más inmediatos. Las mayores objeciones han partido, en las últimas horas, de entre quienes los respaldaron en las últimas elecciones internas. Es difícil pronosticar el costo de semejante opción.
La piedra del escándalo es Fabián Rogel, flamante (pre) candidato a diputado nacional. El ex convencional constituyente se movió con astucia y en base a presión se quedó con el primer lugar de la lista. Horas antes del cierre de los plazos juró que no declinaría su precandidatura a intendente de Paraná. “El único acuerdo posible es si Varisco se baja”, desafió. Rogel no respetó su palabra: se bajó y negoció. Le fue bien: aseguró su lugar y prácticamente convirtió en concejales a dos dirigentes de su sector, uno de ellos el ex funcionario Miguel Rettore. En virtud del lugar cedido al socialismo, el precandidato Varisco debe mirar bien lejos para hallar en la lista al primero de los propios. Cuando a media tarde del domingo, en el domicilio particular de Luis Brasesco, el cuarteto integrado por Benedetti, Varisco, Rogel y el senador Ruiz –éste último en representación de Arturo Vera– selló el acuerdo, la rebelión ya estaba en marcha.
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