Colaboraciones: La semblanza de una mujer que asumió un compromiso con el pasado

El desafío de contar la historia

Edición
946

Por Griselda De Paoli (*)

Para esta intervención tuve la fortuna de ponerme en contacto con el libro póstumo de Iris Estela Longo, La vocación del espejo, a través de mi profesora y amiga Teresita Rocha y con una hermosa y excelente entrevista realizada por Teresa Suárez en 2006 a nuestra homenajeada, la profesora Beatriz Bosch, cuando exploraba la emergencia de las primeras historiadoras argentinas. En ambos casos Bosch se presenta a sí misma.

El trabajo de Iris Longo gira en gran parte sobre una entrevista realizada por el escritor Antonio Requeni, que fue publicada en La Prensa de Buenos Aires y tomo la pregunta inicial que Requeni le hace, en la que Beatriz revela la esencia de toda su producción historiográfica.

-¿Puede ser la historia tan apasionante como una novela?
-Sí, por cierto. No sólo porque muchísimas veces se tropieza con vidas realmente novelescas, sino en particular porque la historia, como lo quería Benedetto Crocce, debe ser historia viva. El hecho, el suceso que se trata debe solicitarnos, atraernos o atormentarnos, tanto como si fuera alguno de los seres que actúan en nuestro contorno-, le contesta nuestra autora.

Beatriz -nos dice Iris Longo– pudo dar a conocer así interesantes facetas de su personalidad a la consideración del público, su docencia, su labor en el campo de la investigación que la llevó a ser la primera mujer en ocupar un sillón en la Academia Nacional de la Historia y la primera que obtuvo el Primer Premio Nacional de Historia de la Subsecretaría de Cultura de la Nación.
Egresada de la Escuela Normal, ya en la primaria descubrió su pasión por la Historia e ingresó al Profesorado de Historia y Geografía de la entonces Facultad de Ciencias Económicas y Educacionales de la UNL y disfrutó de las enseñanzas de sus profesores: Busaniche, Imbelloni, Vicente Fatone, Guglielmini... A los 22 años era profesora en el Instituto Nacional del Profesorado de Paraná.

Asidua concurrente al Archivo Histórico, buceó indudablemente en sus tesoros y extendió sus búsquedas de indicios al Archivo General de la Nación cuando se entera de que allí había sido depositado por sus descendientes el archivo personal de Urquiza.

(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)

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