“A mi madre le debo lo que soy”

Soledad Comisso
-¿Cuándo comenzaste con tu actividad sindical?
-Tengo la misma antigüedad docente que de actividad sindical. Mi madre política, Gladys Gallardo, con quien empecé a trabajar en la Escuela Especial Nº 3, fue quien me dijo que me tenía que afiliar al sindicato y así empecé a ser delegada de base. Hace 21 años que ocupo diferentes cargos en AGMER. Hay muchas problemáticas sociales que necesitan ser resueltas y uno ve cómo poder hacerlo, aunque no siempre se puede. Pero lo importante es que los compañeros se sientan acompañados por el sindicato.
-Ahora que estás dedicada exclusivamente al gremio, ¿extrañás dictar clases?
-Extraño mucho dar clases. Mi cargo está en la escuela especial de Cerrito y yo extraño horrores a los chicos. Extraño también a la población en sí, porque siempre generé un fuerte vínculo afectivo y cada vez que voy visito a mis alumnos y a sus padres. Nos damos unos abrazos enormes cuando nos vemos. Incluso para las fiestas en la escuela siempre me convocan para que participe y los acompañe.
-¿Cómo fue tu infancia?
-Nací en Paraná y mi infancia fue linda pero marcada por pérdidas.
Cuando yo tenía 8 años mi papá murió y al año siguiente a uno de mis hermanos, Adalberto, en medio de la dictadura se lo llevaron preso por nueve meses a la provincia de Chaco. Más allá de que mi hermano apareció de nuevo, volvió en condiciones muy lamentables y hasta el día de hoy está mal por las secuelas. Tuve una niñez bastante golpeada.
-Tras la muerte de tu papá, ¿la relación con tu mamá se fortaleció?
-Sí, de chica éramos muy unidas y de grande también muy compinches. Tengo muchos recuerdos de ella porque era una mujer muy bondadosa. Mi carrera actual de trabajadora social tiene que ver con la bondad que conocí de ella, porque tenía un corazón enorme. Recuerdo que yo vivía en el barrio San Agustín y muchas chicas que quedaron embarazadas terminaron viviendo en casa por un tiempo cuando sus padres las echaban. En mi casa siempre hubo gente viviendo porque mi mamá los cobijaba hasta que podían reinsertarse y volver con sus familias. Gracias a ella tuve una vida de mucho amor y de mucha acción social. Falleció hace cuatro años, pero tengo gracias a ella una de las mejores experiencias de vida y le debo todo lo que hoy soy.
(Más información en la edición gráfica de la revista ANALISIS de esta quincena)