El barrio del engaño

Natalia Buiatti
El barrio es uno de tantos emplazados en las afueras de Paraná. Un puñado de pequeñas casas aglomeradas del Instituto Autárquico de Planeamiento y Vivienda (IAPV), dispuestas en dos o tres manzanas sobre calle Caputto, entre Newbery y Miguel David, al sureste de la ciudad. Al ingresar, sus caminos polvorientos y repletos de pozos dan cuenta del abandono al que se ha sometido el lugar por años: sin el servicio de alumbrado público en su totalidad, ni recolección de residuos, ni conexión a la red cloacal, ni cordones cuneta, el Barrio 31 Viviendas es un botón más entre tantos otros, preso de una apatía crónica por parte del Estado municipal para con sus ciudadanos.
El agua servida corriendo a lo largo de las calles y la basura desparramada por los animales pintan el paisaje cotidiano. Sus habitantes, algunos vinculados laboralmente al área de Obras Sanitarias de la Municipalidad y otros que no tienen que ver con ese sector ni sus trabajadores, entraron hace algunos años a un Plan de Viviendas administrado por el Círculo de Empleados de Obras Sanitarias (CEOS) de Paraná.
Inicialmente, el terreno de 17.702 m2 fue adquirido por el Círculo con el objetivo de construir allí un barrio cerrado, con sus vías internas asfaltadas, con pileta, un salón de usos múltiples, cancha de fútbol, sector de parrillas y espacios verdes. El plan que ofrecía la entidad conducida por Rubén Palacios, consistía en adquirir un lote del predio entregando una suma inicial y pagando cuotas. La casa sería construida por el IAPV, pero las condiciones de barrio cerrado y demás estarían a cargo del Círculo. Esas mejoras en los espacios comunes se concretarían con el dinero recaudado por la venta de los lotes. Eso nunca sucedió. Incluso, hoy en día los adjudicatarios de las casas no cuentan con la escritura, porque nunca se aprobó el loteo en la Municipalidad.
(Más información en la edición gráfica número 1010 de ANALISIS del jueves 25 de septiembre de 2014)