Revalorizar el trabajo periodístico

Edición
1040

José Amado

Hasta no hace mucho, los diarios pretendían parecerse a la televisión. Ahora, cualquier medio se quiere parecer a internet o a las redes sociales. Parece que “las más leídas” marcan lo que en realidad le interesa a la gente, entonces hacia allá vamos, panda que estornuda. Los “me gusta” explotan el ego periodístico, entonces allá vamos, sentido común. Los comentarios al pie de una nota demuestran la relevancia del tema que aborda, entonces allá vamos perrito abandonado en departamento. ¿Desde cuándo lo que a la gente le importa o le causa estupor debe guiar el trabajo periodístico? ¿No era al revés, sondear en eso que nadie ve para demostrar algo? Además, ¿quién tiene el interesantómetro?

Encima todavía nos venden esa farsa (chantaje, mentira, estafa, usurpación y agregue los sinónimos que le plazca) del periodismo ciudadano. Ahora resulta que sacarle una foto con el celular a un bache, a un auto mal estacionado o el amanecer en el río Paraná y publicarla en Facebook, es periodismo. A esto se le suma la otra fantasía: las redes sociales llegaron para democratizar la información y día a día ponen en jaque al periodismo tradicional. ¿Así que un post sobre un hecho miles de veces compartido consigna el tema de actualidad? ¿Así que los comentarios vienen a desmembrar los elementos falaces de la noticia? Hasta ahora no veo que haya ocurrido: lo primero, por lo general es fuente para el trabajo periodístico, como espacio de opinión, y recién después se instala como asunto público; lo segundo, casi siempre es un vómito impulsivo que no alcanza el rango de opinión.

(Más información en la edición gráfica número 1040 de ANALISIS del 2 de junio de 2016)

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