Una cadena de información falsa puso en vilo a los vecinos de Paraná

El misterio del olor a caca

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Silvio Méndez

En la tarde del 11 de abril fue el tema de conversación obligado entre gran parte de los paranaenses. Un penetrante olor a caca de perro se instaló en la ciudad. Algunos lo describieron como “a cloaca”, otros “a bosta”, o incluso también se lo definió como producto de la quema de basura en descomposición, en un intento por encontrar una explicación al repugnante aroma. Lo cierto es que el clima pestilente se sintió con mayor potencia en toda la zona sur, sureste y el centro mismo de la capital provincial. El tufo era ácido y persistente en las papilas olfativas. A más de uno obligó a fijarse en la suela de su calzado para corroborar si había o no pisado mierda de perro. Porque esa fue la sensación, tan cercana como hedionda.

El insólito fenómeno no tardó en ganar espacio en los comentarios a través de las redes sociales. Incluso se hicieron memes y alusiones risueñas a lo grotesco de la situación. Pero el hecho también fue caldo de cultivo para desatar algunas cadenas de mensajes, mayoritariamente a través del sistema telefónico de mensajería gratuita WhatsApp. Uno de los sucesivos envíos alertaba a la población sobre la contaminación de la red de agua potable. Instaba a no consumir agua de red por 72 horas y aconsejaba la ingesta sólo de la mineral embotellada. En otras cadenas se daba precisión y detalle sobre cómo, supuestamente, habían colapsado las plantas elevadoras de líquidos cloacales –decía que no funcionaban 12 de un total de 20–, e incluso al final del mensaje se preguntaba si ésta era “la causa del mal olor en la ciudad”.

Estas cadenas de dudoso origen fueron desmentidas rápidamente por las autoridades municipales, aunque tampoco se pudo dar oficialmente una explicación convincente o exhibir pruebas contundentes sobre el origen del fétido aroma.

En un escenario enrarecido donde reinó la desinformación se lanzaron hipótesis sobre la posibilidad de que se hubiese producido un derrame de desechos químicos en el río, quemas en el Volcadero, una fumigación aérea fuera de control cercana al ejido urbano, una fuga del Parque Industrial, una emisión del Cementerio Municipal, la deriva de gases de una producción de feedlot (engorde intensivo de ganado bovino), el desbande del humo de ladrillerías, y el desmadre de cloacas rebalsadas.

(Más información en la edición gráfica de la revista ANALISIS del 27 de abril de 2017)

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