Transporte urbano de pasajeros

Un extrabajador denuncia complicidad de la UTA con las empresas

Edición
1095

Por Juan Cruz Butvilofsky

El hombre está desesperado. Busca trabajo desde que entre Mariano Moreno SRL y la UTA le hicieron la cama para que arregle una salida voluntaria con la promesa de que al poco tiempo lo iban a recontratar en otra empresa. Sergio Paredes tiene la necesidad de encontrar trabajo para mantener a su familia y reencontrarse con su profesión de chofer de colectivos. Pero además está dispuesto a develar los intereses que tienen en la conducción burocrática de la UTA que, lejos de defender a sus trabajadores, pacta con la empresa.

Algo de esto se viene señalando en esta revista. La UTA no dialoga con las bases, salvo cuando no puede evitarlo. Determina medidas de fuerza de manera inconsulta con los trabajadores, quienes se ven expuestos al enojo de la población ante una decisión que no han tomado. Buscan utilizar a los trabajadores para jugar su propio partido y esto molesta en las bases de los choferes.

Paredes habló con ANÁLISIS y relató su experiencia adversa como víctima de este tándem empresarios-burócratas. No negó tener miedo, más bien todo lo contrario, pero aun así está dispuesto a denunciar lo que viene sufriendo. El extrabajador ingresó en 2010 a la empresa Mariano Moreno y comenzó a padecer lo que todo trabajador padece durante el primer año de trabajo en las empresas de transporte urbano de pasajeros.

“Los primeros días del mes de abril del año 2010 concurrí para hacerme los estudios psicofísicos correspondientes, mientras que comenzaba con 14 días de enseñanza básica sobre la parte mecánica de los coches de esta empresa y 14 días de práctica de manejo”, relató. Paredes calificó la enseñanza mecánica como “nula” y a la práctica de manejo como “totalmente infructuosa” que dejaba “poco aprendizaje”. Esto no es poca cosa, tiene que ver con el proceso de enseñanza a los choferes que luego trasladarán a miles de ciudadanos día tras día por las calles de la ciudad.

Según relató, la enseñanza de manejo constaba de ir “a dar vueltas por la ciudad hacia algún lugar incierto, durante dos horas diarias, de las cuales nos correspondía entre 10 y 15 minutos de manejo cada uno” de los siete trabajadores que estaban en la misma instancia. A esas prácticas se iba con un instructor y Paredes recordó que en esas instancias realizaban trámites personales de dicho instructor como ir a “buscar una cámara fotográfica a un servicio técnico”.

“También recuerdo que en una de estas salidas llegamos hasta el estacionamiento del aeropuerto de esta ciudad y nos dispusimos a hacer maniobras de manejo en este predio, durando 20 minutos aproximadamente esta práctica, ya que la policía aeroportuaria nos invitó a retirarnos del lugar”, relató.

(más información en la edición gráfica número 1095 de la revista ANALISIS del viernes 3 de mayo de 2019)

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