Economía: la provincia del destierro, con caminos propios para salir del pantano

Y estaba donde nací lo que buscaba por ahí

Edición
1126

Discriminada y usada por el AMBA, Entre Ríos enfrenta con diversidad de rubros la tendencia a la uniformidad que intenta imponer el colonialismo interno. Cuando el confinamiento cerró termas, carnaval, playas, hoteles y restaurantes, además de las escuelas, miles de familias entrerrianas respondieron con maderas, frutas, pollos, vacas, granos, piedras, arenas y carísimas manufacturas, y así las distintas economías zonales volvieron por sus fueros, pero con tres deudas pendientes: autonomía, ambiente, arraigo, como espadas de Damocles.

Daniel Tirso Fiorotto

ANÁLISIS



La clásica fórmula racista de “civilización y barbarie” equivale hoy a “uniformidad y diversidad”. Y no por casualidad: la mayor parte de la entrerrianía que la historia más difundida metió en la bolsa de la barbarie se cuela en pleno siglo XXI por la diversidad, como veremos aquí.

Las deudas pendientes de Entre Ríos se resumen en tres palabras: autonomía, ambiente, arraigo. Pero las distintas condiciones del suelo, las historias lugareñas, las migraciones, la creatividad, la necesidad misma, se han juntado para hacerle frente al mandato colonial. Y emulan en parte a los montes ribereños y al espinal, que aún muestran miles de especies a pesar de los cien años de tala rasa.

Aquí hablaremos de una de las vías de la resistencia panzaverde, por la diversificación de rubros y oficios; y también de algunos ejemplos de la persistencia colonial con las tarifas que privilegian al Área Metropolitana -AMBA-, donde una cuarentena de municipios bonaerenses ejerce su predominio y su privilegio sobre el resto del país.

No menos de cinco provincias constituyen el territorio entrerriano, cada cual con sus problemas y sus modos distintos de superarlos, o de intentar por lo menos, y algunos con resultados a la vista. Sur pobre de ricos humedales, centro norte pobre de ricos montes, este de frutas, pollos, maderas y turismo, oeste de granos, y la capital con hegemonía estatal. Todo ello bastante integrado y con actividades cruzadas, claro está. 

El nordeste se mueve

Hay un rincón entre los ríos Mocoretá y Uruguay que reúne condiciones excepcionales para el trabajo y la diversidad en historia, producción, labores, creatividad, y que es la “envidia” de muchas zonas del país: el departamento Federación. Parecido, en su trama, a otras zonas que han logrado fisonomías potentes en su cultura y su economía, y a las que el resto de la provincia puede mirar para un desarrollo basado en experiencias propias. “Y estaba donde nací lo que buscaba por ahí”, dice la chacarera “Entre a mi pago sin golpear”, y en la economía regional es un llamado a buscar recetas a la vuelta de la esquina, porque las hay.

Esa fuerza vital, que podría convivir con la biodiversidad, debe sortear un obstáculo: la necesidad de cierta dirigencia de agradar al poder concentrado en el AMBA. Pero ese moho colonial esparcido en tantos sectores se nota más en el Estado, que llega incluso a tergiversar el concepto de federalismo para adaptarlo a la actitud de obediencia que muestra la casta política.

Si está comprobado que en ochenta años la provincia más expulsora de habitantes en la Argentina es Entre Ríos, entonces resulta evidente la necesidad de posar los ojos y conocer el movimiento de esta región que, al contrario, atrae familias de los cuatro puntos cardinales.

 

(La nota completa en la edición gráfica 1126 de la revista ANALISIS del jueves 18 de noviembre de 2021)

 

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