Si todos coinciden en la necesidad de dialogar, sólo hay que hacerlo

Puede que sea un alegato inconducente. Pero no se puede dejar pasar la oportunidad. Además, queda poco tiempo. La tensión se palpa en el aire. A cada instante se repite que la “incertidumbre” nos está vapuleando. Contar con certezas parece ser el reclamo de la hora. La demanda de moda y coyuntura. Pero, sin embargo, quienes la lanzan una y otra vez, poco proponen. Se quedan en la mera descripción. En un diagnóstico. No pasan del comentario. Por eso, sin hacer nombres propios, lanzamos un reclamo que es compartido hasta por aquellos que están lejos entre sí: hay que dialogar. Se nota imperioso intercambiar ideas para encontrar algún atisbo de solución a esta situación compleja y enojosa. Multicausal y de humanas consecuencias. Que requiere de humanos sacrificios para encontrar, si es posible, humanas soluciones.
Por Néstor Banega
Especial para ANÁLISIS
Los riesgos
Por supuesto que convocar al diálogo conlleva sus riesgos. Porque quienes deberían hacerlo son parte de la disputa política en torno al poder. Aumentan los inconvenientes si quien toma la iniciativa está en el ejercicio del Poder.
Podría ser analizada, la acción, como un síntoma de debilidad. Se complejiza aún más el contexto porque quien lejos está de la responsabilidad de gobernar cae demasiadas veces en aquella “teoría de Baglini”: más lejos estoy del poder, menos reales pueden ser mis propuestas. Y no está bien. En ese camino nada aportan. Nada arriesgan.
Enseñanzas de la historia
Esta cuestión de tratar de encontrar soluciones a los problemas de fondo que generan situaciones sociales graves es parte recurrente en los discursos. En las proclamas. ¿Por qué decimos que el tiempo apremia? Hemos estado escudriñando la historia y vemos cómo se fue repitiendo hasta el cansancio (sirva de ejemplo en la circunstancia) que las acciones antrópicas iban generando cambios en el medio ambiente que traerían consecuencias negativas para la humanidad.
En los setenta, un grupo de instituciones y personas preocupadas por el futuro del mundo, encargó un estudio para analizar qué capacidad tenía nuestro planeta para responder a las demandas crecientes en diversas materias y ponía (entre otros puntos) foco en el medio ambiente.
Se indicó que, si no se tomaban recaudos, habría consecuencias. Si miramos a nuestro alrededor podemos concluir que muchas recomendaciones no fueron oídas. Unos años más delante de aquellas preocupaciones apareció en el horizonte la alarma del cambio climático. Muchas reuniones, muchos discursos, pero escasas acciones y menos resultados.
(La nota completa en la edición gráfica número 1132 de la revista ANALISIS del jueves 14 de julio de 2022)