Frontera blanca

José Amado
Milton Fernando Montero Ríos estaba nervioso. La ansiedad lo comía por dentro mientras esperaba el llamado para subirse a un auto y conducir unos 1.300 kilómetros desde Salta hasta algún campo de la zona este de Entre Ríos. Allí tenía que buscar los bultos con cientos de kilos de cocaína, cargarlos y llevarlos hasta Zárate, donde otro que nunca iba conocer se encargaría de seguir con el transporte de la droga. “Me frustra estar al pedo”, le dijo a su interlocutor. El desconocido del otro lado del teléfono que estaba pinchado por una investigación de la Justicia Federal le respondió que él también se sentía estresado: “Yo trabajo un día al mes”. “Un día al mes que te da de comer un año ¿me estás jodiendo?”, le replicó Montero Ríos. Una breve charla que evidencia el volumen de dinero que mueve una de las tantas bandas dedicadas al traslado de drogas con el objetivo de ingresarlas al mercado europeo. Montero Ríos no es un jefe, tampoco es una mula, es un pequeño engranaje de un sistema, aunque un rol menor que le rinde ganancias que en un viaje le permite vivir un año entero. Y hacía varios de estos viajes al año, según surge del expediente que logró desbaratar la organización liderada por Raúl Oscar “Loro” Ferreyra, que arrojaba bultos con cocaína a campos de Entre Ríos.
En los últimos dos años, la provincia se transformó en un territorio clave de las organizaciones criminales más poderosas de Sudamérica que trabajan en el trasiego de cocaína para su comercio en Europa. Mayores controles con escáneres de la Aduana en el Puerto de Buenos Aires han incidido en este cambio de rutas que se orientan hacia Uruguay, aunque este no ha dejado de ser una vía de exportación de drogas para los narcos quienes tienen gente cooptada en áreas claves. Distintas investigaciones demostraron la presencia de bandas regionales o nacionales asociadas a narcos de Bolivia, Perú, Paraguay y Brasil. En Uruguay, un reciente informe de un centro de estudios uruguayo advirtió que Salto, a través de Concordia por vía terrestre, es el principal punto de concentración de la droga que las organizaciones buscan hacer llegar a Montevideo. Mientras, permanece latente el peligro de entrerrianos que colaboren para el transporte de drogas y, como ha ocurrido históricamente, cobren su trabajo con parte de los cargamentos que luego distribuyen en las localidades de esta provincia, y aumente el peligro de las disputas violentas con el sello de los criminales que no dudan en dejar cadáveres como venganza o simples mensajes mafiosos.
Tres cruces calientes
El 30 de enero pasado, agentes de la Dirección General de Aduanas-AFIP de Concordia en la zona primaria aduanera del Puente Internacional incautaron 89 paquetes de cocaína ocultos en el doble fondo de un camión procedente de Paraguay, que transportaba maíz a granel con destino final a Montevideo. El conductor del vehículo y su acompañante quedaron detenidos y están procesado por el Juzgado Federal de la localidad entrerriana. La sustancia estaba valuada arriba del millón 300 mil dólares.
El 18 de noviembre del año pasado, la Aduana y la Gendarmería controlaron un camión que transportaba 53 ladrillos de cocaína ocultos dentro de sus ejes, con un peso total de 56,6 kilos, en el mismo Puente Internacional Salto Grande. Se trataba de una operación que involucraba a cuatro camiones de una empresa de transporte con sede en Paraguay que llevaban maíz a granel y tenían destino final en el puerto de Montevideo. En la investigación iniciada tras el hallazgo en este vehículo, la jueza federal de Concordia Analía Ramponi emitió la alerta a los pasos fronterizos para la ubicación de otros cuatro camiones de la misma empresa, con el mismo itinerario, que se hallaban circulando dentro del territorio argentino, que habían ingresado por el Paso Internacional Posadas-Encarnación. En este puente, ese mismo viernes por la noche, encontraron otro camión con 46,8 kilos de cocaína. Los conductores de ambos vehículos quedaron detenidos.
Otro camión con idéntica ruta fue detectado el 8 de diciembre de 2022, cuando transportaba 77,6 kilos de cocaína en doble fondo del piso del semirremolque. Llevaba un contenedor vacío y el personal aduanero advirtió algo sospechoso por lo que llamó al encargado de pasar el scanner. Así encontraron los paquetes ocultos antes de cruzar a Salto.
El 7 de septiembre del año pasado, en el puente General Artigas que une Colón con Paysandú, detectaron un camión conducido por un hombre de nacionalidad argentina que buscaba llegar a Uruguay con 32 kilos de cocaína ocultos entre la carga de soja. Mientras que el pasado 22 de mayo, un uruguayo fue detenido con 11 kilos de la misma sustancia ocultos en un auto con matrícula de Canelones, al cruzar ese paso fronterizo. En este caso, lo venían siguiendo investigadores del vecino país.
A fines de agosto del año pasado, un empresario oriundo de Mercedes, Departamento de Soriano, fue detenido por haber ingresado al Uruguay 30 kilos de cocaína a través del puente internacional San Martín, que une Gualeguaychú y Fray Bentos. Fue en el marco de una investigación de la Justicia uruguaya que incluyó 12 allanamientos en los que además se incautaron 70 kilos de pasta base, y desbarataron así una banda que traficaba por esa ruta, almacenaba la droga en un campo y luego la enviaba a Europa. Un año antes, sucedió el caso del camionero uruguayo Wilson Da Rosa, quien ya fue condenado en el Tribunal Oral Federal de Concepción del Uruguay, por intentar trasegar 215 kilos de cocaína desde Gualeguaychú en un camión. Había sido en ese momento el mayor cargamento de esta droga detectado en los pasos fronterizos hacia Uruguay. La diferencia llamativa en este caso es que el camión había partido desde Buenos Aires, no provenía de Paraguay.
Cabe referir como una de las explicaciones a este panorama, la decisión de Guillermo Michel, titular de la Aduana, de escanear cada contenedor que llega a los puertos de Buenos Aires y Zárate. Desde entonces, se detectaron 20.000 kilos de cocaína en puertos de Europa que partieron desde Montevideo, luego de ser escaneados en Buenos Aires, es decir que fueron cargados en Uruguay. Al hacerse un embudo en Uruguay e incrementarse los secuestros de droga en los pasos fronterizos de Entre Ríos, la Aduana creó el "Sector Narcotráfico Costa del Uruguay", con asiento en Gualeguaychú, y se dispusieron de scanner a la Aduana de cada puente.
Narcos de alto vuelo
El 29 de septiembre de 2021, una investigación de la Procunar (Procuración de Narcotráfico de la Nación), en conjunto con el Juzgado Federal de Concepción del Uruguay y la DEA (Administración para el Control de Drogas de Estados Unidos) descubrieron cerca de Concordia un hangar con una avioneta que triangulaba vuelos entre Paraguay, Argentina y Uruguay. Habían llevado 409 kilos de pasta base de cocaína al Departamento Artigas. Hubo seis allanamientos en Concordia, entre ellos a un empresario. En Uruguay detuvieron a 13 personas en un megaopeartivo mientras descargaban el cargamento desde una aeronave que aterrizó en un campo, mientras que en Entre Ríos se incautaron avionetas. Se informó a ANÁLISIS que la causa sigue bajo secreto de sumario ya que continúa en curso la investigación por parte de los tres organismos mencionados, que tienen en la mira a una organización internacional. No obstante, fue uno de los primeros casos que reveló que estas empresas tienen socios locales y un importante despliegue para la triangulación de los vuelos clandestinos: en Paraguay se proveía de droga, en Uruguay se descargaba y Argentina funcionaba como abastecimiento logístico aéreo. La aeronave incautada en Uruguay, un Cessna P120N, había sido transferida el 6 de octubre de 2020 al dueño de una de las armerías de Concordia que fue allanada en esa pesquisa, con un domicilio registrado en la ruta provincial 22, en General Campos, donde está radicada una SRL dedicada a la fumigación aérea.
Pero una de las causas más importantes por narcovuelos en Entre Ríos es la que tiene a siete personas procesadas y con prisión preventiva por los cargamentos de cocaína arrojados en campos del sureste provincial, que lideraba un poderoso narco del noreste argentino: Raúl Oscar Ferreyra. La investigación comenzó a partir de la denuncia de un vecino de Colonia Sagastume (Departamento Uruguay) el 26 de febrero de 2021, que observó los movimientos sospechosos de los narcos en la zona. Los policías de la División Toxicología de Concepción iniciaron la pesquisa instruida en el Juzgado Federal a cargo de Pablo Seró. El 6 y 7 de mayo hallaron unos 53 kilos de cocaína en un campo ubicado en cercanías de Santa Anita, que había sido arrojada por una aeronave. En septiembre de ese año obtuvieron la información de que saldría un nuevo vuelo desde Bolivia o Salta con destino a esa zona. Se montó un operativo de vigilancia en los caminos rurales hasta que, el 23 de ese mes, observaron la camioneta Chevrolet S10, dominio OIL709, en cercanías del campo Santa Teresita, lindante a la localidad de Pronunciamiento. En ese lugar habían arrojado las bolsas con ladrillos de cocaína, las juntaron y se dirigían hacia la próxima entrega. Al cruzarse con los policías, huyeron y se inició una persecución. En un determinado momento de la corrida, los narcos descartaron la droga en un camino vecinal, así como tres celulares que rompieron para eliminar información. Se trataba de 439,8 kilos de cocaína, hasta el mayor cargamento de esa sustancia incautado hasta el momento en la provincia y uno de los mayores del país. Luego, los prófugos agarraron por el camino que lleva al Palacio San José, agarraron a campo traviesa y chocaron un árbol, donde abandonaron la camioneta. Allí dejaron las llaves del “Hotel Robertito”, ubicado en calle Neyra y Ramírez 702 de Basavilbaso. Allanaron su habitación donde encontraron otros celulares con información de oro. Antes de la medianoche, llegaron a bordo de un remís, cansados y castigados por el sol, y fueron arrestados: Rubén Gerardo Tolosa, Javier Vilte y Martín Jesús Crespo, dos salteños y un bonaerense, respectivamente.
La investigación no se detuvo allí. Quedaba claro que estos hombres no eran unos improvisados, pero tampoco los patrones de la banda. Ubicaron a sus socios en la provincia del noreste argentino, algunos muy conocidos en el ambiente narco. En 2022, detectaron que el 7 de junio trasladaron un cargamento desde un lugar del Departamento de Gualeguaychú hasta Caseros, provincia de Buenos Aires, pero no pudieron encontrarlos. Y menos de un mes después, el 3 de julio, realizaron otra operación similar, pero tampoco los localizaron. La paciencia dios sus frutos nueve meses después. En marzo de este año se autorizaron varios allanamientos en Salta, donde detuvieron a los sospechosos de esos traslados: Milton Fernando Montero Ríos, su pareja de Tamara Tolosa, y el papá de esta mujer, Rubén Genaro Tolosa, quienes a su vez son hermana y padre de Rubén Gerardo, detenido en 2021. Sin embargo, el pez gordo aún no caía. Esto sucedió unos días después, en nuevos procedimientos en Salta, de Toxicología con colaboración de la Policía Federal, donde detuvieron al “Loro” Ferreyra y a dos cómplices, Javier Guillermo Vilte y Daniel Emilio Villena. Ahora sí, cartón lleno.
Ferreryra ostenta ya una condena de 11 años de prisión por la Justicia Federal de Salta, por traslado de drogas en avionetas. En la causa por los vuelos a Entre Ríos también surgió la posible participación de su exesposa, Verónica Leila Heine. Ella es bonaerense y también fue condenada por dirigir las acciones del narcotráfico. Tiene dos hijos con Ferreyra y también estuvo en pareja con un socio de este narco, el famoso Delfín Castedo, el más poderoso de la región del NOA, recientemente sentenciado a más de 20 años de prisión.
Lo que se pudo observar en esta pesquisa es el grado de sofisticación de esta banda. Se trata de una organización dedicada al transporte de drogas en Argentina, que trabaja para una banda narco boliviana que es financiada por peruanos de Sendero Luminoso. Esta exorganización guerrillera devenida en narco, mantiene su funcionamiento secreto y compartimentado. Por ejemplo, la gente de Ferrerya arrojaba la droga en campos entrerrianos, donde la recogían y la llevaban en tres o cuatro vehículos hasta Zárate. Tenían un antiguo celular Nokia con un solo contacto agendado. Al llegar al punto de destino, le enviaban por mensaje de texto “ok”, entonces llegaba otro vehículo con un desconocido, transbordaban el cargamento y seguía la ruta hasta Buenos Aires. En este caso, no cruzaban hacia Uruguay porque tienen aceitado un sistema en el Puerto de Buenos Aires, denominado “gancho caído” o “gancho ciego”. Con personal de estibadores o de seguridad privada que trabajan para ellos, pueden cargar los contenedores luego de que hayan pasado por los scanner. Les cambian las fajas y algunos creen que pueden modificar el código en el sistema informático de registro de contenedores. Desde allí, la cocaína viaja directo a España.
También quedó claro que estas bandas no actúan tan libremente, en el marco de la disputa por las rutas del narcotráfico internacional. Se trata de una región en la cual tienen predominancia los brasileños asentados en Paraguay, principalmente el Primer Comando Capital (PCC), que nació a fines de los 90 en las cárceles de Brasil y hoy son un poder tanto económico como de fuego que desafía a cualquier Estado. Entonces, los peruanos y bolivianos llegan a acuerdos con estos para que bandas con la de Ferreyra puedan actuar sin tiros ni muertos en las rutas.
Luces rojas
El informe publicado en abril pasado por el Centro de Estudios de la Realidad Económica y Social de Uruguay sostiene que “el paso de frontera Concordia – Salto es el principal punto de ingreso del transporte internacional de carga paraguayo. Unos 200 camiones de carga, 95% de origen paraguayo -el resto es argentino y boliviano-, cruzan todos los días por allí”, y refiere a los casos mencionados más arriba en esta nota. Además, publicaron un gráfico donde apuntan en un mapa los lugares donde están asentados los carteles en Uruguay, algunos muy cerca de Entre Ríos. Al tiempo que refiere la acechanza del Primer Comando Capital al vecino país.
En tanto, la frontera más permeable es la del río Uruguay, donde por las noches pasan bagayeros con medias, celulares o droga. La investigación más reciente por esta actividad delictiva apuntó a un hombre de Concepción del Uruguay que, una vez detenido y alojado en la Unidad Penal 1 de Paraná, siguió dirigiendo a su banda con la misma modalidad de contrabando y lo volvieron a imputar. Se trata de Rubén Herrlein, dueño de una empresa de remises de La Histórica que fue detenido junto a varios cómplices en 2020, pero no por contrabando de exportación de cocaína, sino de importación. Además, lo procesaron por lavado de activos, mediante la compra de vehículos que funcionan en la remisera. Y mientras estuvo alojado en la cárcel de la capital provincial, Herrlein siguió dirigiendo el negocio. Según se advirtió en una nueva investigación, adoptaba la misma modalidad de tráfico a través del río Uruguay, impartiendo las indicaciones a sus allegados. Por esto, en junio hubo nuevos allanamientos, incluso a su celda en la UP 1, más detenciones y una nueva causa que se sumará al momento del juicio.
El objetivo de las organizaciones más grandes a través del río Uruguay es llegar al puerto de Zárate, donde se han detectado numerosos embarques con cocaína destinada a Europa. Los buques de bandera paraguaya generalmente son cargados desde embarcaciones pequeñas desde donde arrojan los bultos con la droga, con complicidad de la tripulación. En el marco del Programa Global de Control de Contenedores de Naciones Unidas, Paraguay, Uruguay y Argentina coordinan acciones e información para detectar los cargamentos. Así sucedió en abril de este año, por ejemplo, cuando la Aduana inspeccionó un buque en tránsito, notaron que había precintos que no correspondían a los originales, pasaron los scanner y, tras las sospechas, la Justicia Federal habilitó la apertura que permitió el hallazgo de 78 kilos de cocaína.
Por último, cabe señalar los secuestros de cocaína en rutas entrerrianas a personas que buscaban llegar a Uruguay. Tal es el caso de una pareja de Misiones que fue detenida en el puesto caminero de Paso Cerrito, en la ruta 14, Departamento Federación, en el límite con Corrientes. Llevaban 36 kilos de cocaína de máxima pureza en un auto Peugeot 306. Ambos habían sido contratados por algún narco del noreste argentino para llegar con la carga al vecino país, según se constató en el expediente, ya que el informe de vida de ambos revela claramente que son personas vulnerables socialmente que aceptaron el encargo por unos pesos. Tanto estos casos como los mencionados de los camioneros, indican a los investigadores que las grandes organizaciones optan por el hormigueo (más allá de que se trata de cargamentos millonarios), para acopiar esos envíos en algún lugar de Montevideo y enviar a Europa todo junto.
(Esta nota fue publicada en la edición 1142 de la revista ANÁLISIS del jueves 20 de julio de 2023)