Del tocadiscos del abuelo, a la vocación de árbitro

Arbitro nacional de fútbol, donde se destaca como asistente en Primera A y Primera Nacional. Baila tango y es músico. Conduce un programa denominado “Por Amor al Arte”, junto a Dana Gavini en Radio Costa Paraná. La vida del juez que superó adversidades y hoy disfruta de su familia, amigos y la profesión.
Por Ezequiel Re
Daniel Zamora es el máximo referente de los árbitros de la Liga Paranaense de Fútbol a nivel nacional. El domingo pasado regresó a ser asistente de la Copa de la Liga en el partido entre Sarmiento de Junín y Platense. Casado con Eva Sosa, le dedica gran parte de su tiempo a la familia y a sus dos hijos: Morena (13 años) y Martino (1 año).
Hincha de Ministerio, su historia es la de una persona que siempre luchó para salir adelante, superando duros obstáculos. No fue jugador, pero entendió que el arbitraje era su lugar en el mundo, al igual que tocar la batería o bailar tango.
- ¿Cómo empezaste en el fútbol? ¿Fuiste jugador?
-No, empecé como hincha. Lo vivía detrás del alambrado. Jugar en lo que era Educación Física en la escuela y si me invitaba al fútbol 5 en el barrio con mi viejo (José), pero más que eso no tuve. En realidad, me dedicaba más a lo artístico.
-Ya de chico esa faceta.
-A los 8 años fui campeón nacional de tango, era bailarín. Después fue cambiando mi vida y mi papá me llamaba a la vieja cancha de Ministerio a alentar. El fútbol lo vivía desde la admiración al jugador y a todo el entorno.
- ¿Por qué en una edad que muchos patean una pelota, vos te volcaste al tango?
-Mucho tuvo que ver el tocadiscos de mi abuelo, donde escuchaba tango. Y después en el Barrio, en Villa Mabel, había un Centro Comunitario y Pablo Médici empezó a dar clases de tango. Mi viejo me había llevado a ver si jugaba al fútbol primero, pero como también estaba en el Centro Comunitario me llevó, me gustó y ahí empecé a dar los primeros pasitos. Y lo tomé con mucha seriedad. Fuimos a Buenos Aires un día y querían que me quede. Había un pre contrato para ir a Francia, pero eran otros tiempos. No había redes sociales, uno de mis viejos se tenía que ir a vivir conmigo y se frustró un poco ese paso. Pero luego con el arbitraje sucedieron cosas como cerrar en 2023 mi debut en Primera División llamándose Tango la pelota, como que algo hubo. El tanto se quedó metido dentro mío. A veces cuando iba a Buenos Aires para hacer el Curso Nacional de Árbitros, para nivelar, hablaba mucho con Abel Gnecco u otros profes que también eran tangueros. Parecía uno más entre la porteñada.
- ¿Y cómo llegas al referato?
-Mirando el Mundial 2006, que dirige la final una terna argentina (Horacio Elizondo, Darío García y Rodolfo Otero), sentí que tenía que estar ahí. Tenía 21 años. Lo charlé con mi viejo y bueno con el tiempo fui dando los pasos. Fue un cambio de vida terrible porque me fue formando también como deportista. El arbitraje de fútbol te exige que sea un deportista más.
(Más información en la edición gráfica de la revista ANALISIS, edición 1149, del día 18 de abril de 2024)