Lo bueno, lo malo, lo feo:una cuestión de percepción

Por Néstor Banega
Jamás pensaron, no podían imaginar, que les iba a salir tan, pero tan bien. La llegada al poder es difícil y hasta peligrosa. Sostenerse en la cima,lo es tal vez más. Riesgos a diario, demandas desconocidas que se multiplican al ritmo de la realidad. Una batalla de resultados inciertos y, por lo tanto, con seguras pérdidas en el camino. Lo bueno, lo malo y lo feo, todo en un mismo lugar y al mismo tiempo. Pero, así como fallaron los pronósticos iniciales (de propios y extraños), una vez más los integrantes de La Libertad Avanza (LLA) obtienen un triunfo y tienen motivos para festejar. Siendo minoría en las dos Cámara del Congreso Nacional, lograron la sanción de la paradigmática Ley de Bases, evitaron (y evitan) el rechazo a los numerosos Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU), alcanzando también, con algo de retraso, la firma del Pacto de Mayo, un caballo de troya que sirvió para lograr la delegación de poderes al Ejecutivo Nacional.
Historia reciente
En la previa muchos analistas (hoy bajo análisis) argumentaban la imposibilidad que una fuerza novedosa y disruptiva se hiciera del poder. Métodos fallidos o descuido. Cambio de ciclo y de época que se arrasaron con todo obligando a rever la forma de colectar e interpretar los datos, mostraron lo contrario.
Lo real, lo concreto, lo evidente, es que finalmente LLA llegó de manera legítima (contundente)a la conducción del Estado, declamando a diestra y siniestra que los movía un único y gran objetivo: destruirlo.
Se trata de anular de una vez y para siempre a la organización criminal que consideran raíz de todos los males. El líder (bajo la atenta mirada de El jefe), sigue haciendo de las suyas y no se desprende del personaje, dando rienda suelta a la profundización de la excentricidad, aún a riesgo de perder el sentido de la realidad. Tiene perfectamente claro que todo es una cuestión de percepción.
Es que, a fuerza de uso a destajo de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, han logrado modelar un contexto donde poco se analiza y mucho se repite, casi sin conocer el sentido o las consecuencias. No interesa que las palabras estén lejos de los hechos que proponen (que tal vez nunca sean realidad), solo vale que aquél que recibe (el ciudadano) esté dispuesto a creerlo.
Así, lo que es malo para alguien, será bueno para otro. Si es feo para un observador, puede ser lindo para otro. Todo depende de la percepción y eso es lo que interesa. En tiempos de redes, mucho más.
(Más información en la edición gráfica de la revista ANALISIS, edición 1152, del día 18 de julio de 2024)