“El corrupto gestiona su propia impunidad”

Cecilia Goyeneche viene sustanciando una pelea judicial para evitar que la corrupción estructural siga enseñoreada en Entre Ríos, sino también para desbaratar el sistema de impunidad que infecta a los tres Poderes del Estado: Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Para separarla del cargo de Procuradora Adjunta y de Fiscal Anticorrupción, la Sala Penal del Superior Tribunal de Justicia –junto al poder político- conformó un tribunal ilegal, no fue parcial y nunca le permitió a Goyeneche defenderse. Así se desprende del fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación. ¿Sólo se trata de restituirla en el cargo, sin consecuencia para quienes obraron de manera ilegal? Esa es una incógnita que cuando se resuelva se podrá recién avizorar si hay vocación política para una cultura democrática y republicana. Mientras tanto, no hay independencia de Poderes, sino apenas el diseño de tres funciones para que nada cambie.
Por Nahuel Maciel
La doctora Cecilia Goyeneche recibió a ANÁLISIS en la mañana del lunes 16 de diciembre en su estudio de calle La Paz de Paraná. Allí, desmenuzó como nunca antes la relación corrupción e impunidad. Y describirá cómo el corrupto en Entre Ríos ha diseñado todo un sistema “judicial” para gozar de la impunidad.
Obstruye la investigación inicial de Fiscalía impidiendo se acceda a información que retiene el Ejecutivo o el Legislativo o sus órganos descentralizados. Cuando se rompe esa muralla, cuenta con nombramientos previos en el Poder Judicial para que le vayan devolviendo la gracia de la inocencia. Y si así y todo queda condenado, logra a través de artilugios que se dilate la ejecución de la pena. “El corrupto gestiona su propia impunidad”, sintetizará Cecilia Goyeneche mientras espera que en Entre Ríos se integre el Tribunal de acuerdo a los lineamientos de la Corte Suprema de Justicia y se comience a respirar un aire fresco que disuelva la asfixiante atmósfera que ahoga a la Justicia para que la corrupción siempre gane.
- ¿Por qué quiso ser abogada y por qué eligió ser fiscal?
-Si me preguntan por qué elegí ser abogada, no lo tengo tan claro porque en realidad durante toda mi escuela secundaria estuve convencida de que iba a ser comunicadora social, que iba a estudiar Comunicación Social. Pero, a último momento, con el tema de los asesoramientos de profesionales que hacen en las escuelas; hice un giro en los últimos meses antes de terminar la secundaria y me terminé inscribiendo en abogacía. Pensaba que eso representaba más o era algo que se acomodaba más a mi expectativa de lo que iba a ser laboralmente. Y una vez que me recibí -fue a fines de 1999-, empecé a trabajar primero tratando de desarrollarme en la profesión liberal. Comencé a dar clases en la Facultad con uno de los titulares de la Cátedra de Derecho Penal, que era Enrique García Vitor. En el 2004, en Entre Ríos se crea el Consejo de la Magistratura. Y uno de los primeros concursos que llaman, me acuerdo que era el concurso número 18 y fue en el 2005 fue el de fiscales. Me inscribí. Tenía una muy buena formación porque había hecho el posgrado de Derecho Penal, y para ese momento llevaba como 5-6 años dando clases de Derecho Penal. Me fue muy bien en ese concurso. Si bien tenía poquitos antecedentes, tuve un muy buen desempeño en la parte de la oposición. Y entonces ahí ingresé como fiscal.
-Se puede decir que su elección es el Derecho Penal.
-Por supuesto. Me introduje en el Derecho Penal en la Facultad, través de la enseñanza, de dar clases de Derecho Penal. Y después, en la Cámara Federal también estuve como relatora en el área de Derecho Penal. Luego, accedí al cargo en ese concurso que hacía referencia. Era la primera en la terna y como era costumbre del entonces gobernador (Jorge Pedro) Busti, me propuso como fiscal. Tenía 29 años cuando ingresé como fiscal titular y nunca antes había estado trabajando dentro de los tribunales provinciales. Conocía los tribunales federales. Recuerdo que juré el 15 de marzo del 2006 y al día siguiente entré de turno. Todo tan novedoso y al mismo tiempo estresante. En esa época teníamos mucha demanda, a pesar que todavía estaba vigente el sistema donde los fiscales no tenían a cargo la investigación, sino que la investigación estaba a cargo del juez de Instrucción en ese momento. Pero, bueno, la vida me fue llevando siempre a que me quede en Fiscalía. Y así descubrí que el cargo de fiscal es un cargo hermoso. Es un cargo muy lindo porque es donde uno diseña la investigación y con ese diseño orienta el caso.
-Y mucho más cuando después se pasó al sistema acusatorio.
-Claro. Con el sistema acusatorio con más razón todavía. Pero, antes de eso yo había estado como fiscal de Cámara. En el 2007 pasé a ser fiscal de Cámara interina y también ahí, creo que ese fue el cargo más lindo entre todos los que tuve dentro del Poder Judicial, porque es un cargo donde uno hacía juicios orales. Y en el juicio oral hay como u diálogo, es el momento donde todo se desarrolla, se vive la inmediación, el cara a cara y hay una comunicación más específica.
-Existe un vínculo entre su primera vocación de la comunicación social y después su desempeño profesional como fiscal: el deber de verdad. Más allá de los deterioros de confianza que en ambos ejercicios se viven, hay que agregar que, en el caso del fiscal está penado por la ley si se falta al deber de verdad, a diferencia de la querella y la defensa que pueden tener determinadas especulaciones.
-Es cierto. el compromiso con la verdad dentro de la Fiscalía es una regla de oro. Sancionatoria, además. Y se tienen consecuencias penales. Pero, además, ese compromiso con la verdad hace a tu desempeño, porque como fiscal uno tiene que tener credibilidad. Me ha pasado iniciar una causa con una presunción en la acusación y luego en la propia investigación descartarlo por falta de responsabilidad en los hechos. En todo caso, una trabaja siempre con la buena fe de defender las verdades que cree reales en ese momento. Pero, además, una como fiscal tiene que construir una identidad en base a la credibilidad para lograr un mejor desempeño. Entonces, ese compromiso con la verdad es una pieza fundamental en el desempeño, porque hay que mostrar ese compromiso. No se trata de ser acusador a ultranza, sino el deber de verdad en cada caso. Insisto: en el sistema acusatorio hay muchos que pueden pensar que la idea de una Fiscalía es acusar a ultranza, y esto no es exactamente así. Muchas veces, en la Fiscalía quedan casos desestimados, porque en realidad no hay pruebas o no hay credibilidad dentro de la prueba que se pudieron recabar. Siempre digo que la labor del fiscal es más objetivo que el de tener una postura de acusador a ultranza.
(Más información en la edición gráfica de la revista ANALISIS, edición 1157, del día 19 de diciembre de 2024)