
Por Tomás Ferrer (*)
El folclore del carnaval, es una experiencia que no dura seis noches, ni cuatro como fuera en años anteriores, y utilizo este término o palabra en búsqueda de significar, de alguna forma, estos relatos, que vamos contando a modo anecdotario, lo que se vive en esta fiesta, la más concurrida de nuestra ciudad. (Folclore: como un conjunto de costumbres, creencias, artesanías, canciones y otras cosas semejantes de carácter tradicional y popular).
Es sabido que las comparsas comienzan a trabajar mucho tiempo antes que las fechas de los desfiles: las baterías con los ensayos, los talleres con la confección de vestuarios, las figuras en competencia a ponerse óptimas en cuanto a salud física y mental, las armonías a componer los sambas, los carroceros con el trabajo de mesa hasta poner manos a la obra, los/as coreógrafos/as a diseñar cada secuencia, también bingos, rifas, salidas, eventos varios para recaudar fondos, en fin, son verdaderas orquestas, con un director general y varios/as “subdirectores”, donde cada uno/a cumple un rol. En su gran mayoría, salvo alguna excepción, nadie vive del carnaval, esa es la realidad, cada quién tiene su trabajo o actividad, y ocupan tiempo extra de sus vidas -la de su familia, sus amigos, y hasta de su trabajo-, todo el año para que se llegue de la mejor forma, -ver ensayos de baterías en pleno invierno en alguna parte de la ciudad es muy común.
Todo lo relatado más arriba, y mucho más, es “la cocina”, de cómo se llega a poner semejantes puestas en escena, verdaderas obras de arte, pero hay otros mundos más en donde conviven los/as artistas el mismo día del desfile:
El antes del desfile, la previa, el preparativo
-Las baterías tienen el trabajo de afinar y acondicionar los instrumentos: se reúnen “Mestres” (directores) y varios de sus integrantes desde la mañana, a más tardar al mediodía, para afinar uno por uno los instrumentos, recordemos que las baterías no tienen menos de 100 integrantes, hasta llegan a 200 ritmistas, son 200 instrumentos, entre ellos surdos de 1ra. y de 2da., y de 3ra., repiques, caixas, tamborines, agogós, chocalhos, etc, todos para poner a punto.
-Los carroceros, que son los primeros en llegar, van a primera hora de la mañana, para asegurarse que todo está funcionando y correcto, no solo la parte artística (lo visible), también la parte mecánica e iluminación, y llevar los carros (carrozas – alegorías) al predio de “concentración” antes de las 18, en los lugares asignados que dependerán según el turno de salida en la noche (si se sale último, entonces serán los que van más atrás), teniendo 2 horas, hasta las 20, para ensamblar alguna parte o corregir algún desperfecto que surja en el camino a la “concentración”.
-Los/as demás integrantes, bailarines/as – pasistas, a diferencia de carroceros y ritmistas que se encuentran en lugares cercanos al corsódromo o en el sector del galpón que les corresponde, se encuentran en lugares diferentes: Galpón en el corsódromo, pero también en clubes, casas, y en caso de una de las comparsas en una escuela aledaña, también depende cuál es la “complejidad estética”, tanto individual (como figuras en competencia), o escuadras (como comisiones de frente), y requieren más tiempo de preparación: maquillajes, peinados, y algún otro efecto pretendido, que pueden llevar varias horas.
-La concentración, es una hora antes de la salida, es el momento de ultimar detalles antes de salir, en el espacio asignado, que se comparte con carrozas, la batería (que tiene asignado un sector: “playón”) y pasistas alistándose cada quien en el lugar que corresponde, que por lo general, pasa este año, abre el desfile la “Embajadora”, seguida por “Frente de comparsa” (o “Comisión de frente”), carroza de apertura, y luego cada comparsa pone en lugares que consideren estratégicos a las demás figuras en competencia: “Porta Bandera y Maestro de Ceremonias”, “Porta Estandarte y cordoneras”, “Pasista Masculino y Pasista Femenino”, “Destaque”, “Bastonera”, “Reina de Comparsa”, cerrando el desfile va la “Reina de Batería”, que va con la Batería y la “Armonía” (banda musical) que va un carro preparado exclusivamente.
La desconcentración: el post desfile
¿Cada quién se va su casa o que pasa? La respuesta a la pregunta es: No. Por lo general, quienes desfilan en primer lugar de la grilla, muchos/as aprovechan para ver las demás comparsas, hablo de pasistas y ritmistas, pero no tienen la misma posibilidad los carroceros, que tienen la tarea de llevar las carrozas-alegorías al galpón, desmontar todo lo que sea desmontable, y dejar el camino libre para las carrozas de las demás comparsas (las 4 comparsas comparten el mismo galpón, que está sectorizado, y cada una ocupa un sector: Ráfaga e Imperio ocupan el sector norte, Emperatriz al medio y Bella Samba el sector sur).
¿Qué pasa con los integrantes que no van al desfile?
Dependiendo el orden de la grilla, muchos/as se encuentran afuera del corsódromo: a descansar, comer, tomar algo, pero sobre todo compartir alguna anécdota sobre esa noche u otra. No solo en el exterior del corsódromo están los puestos-carritos de choripán o alguna minuta, porque tanto en el extremo norte como en el extremo sur del galpón hay “cantinas” donde comprar comida o bebida, y es ahí donde confluyen muchos/as de los/as artistas, donde está el vínculo real, no solo de artistas de la misma comparsa, confluyen de diferentes agrupaciones, cada quien con sus colores, pero con el ánimo de “seguir la noche”. No es raro ver un gran número de personas amaneciendo en el “Carrito de Bella Samba”, si hasta suele haber Rodas, o se pone música.
Describir esos encuentros, detrás de escena, es algo muy complejo, porque se comparte de verdad, se habla de lo acontecido momentos antes, pero también se abren extensos libros de historia carnavaleras, anécdotas felices, tristes y las extrañas. Entre las anécdotas felices están los buenos resultados: artísticos y de competencia, campeonatos, producciones que quedaron en la memoria de muchas personas. De las tristes, también están los resultados, los malos, las pérdidas o injusticias, de errores, la partida física de algunas personas. De las extrañas también las hay, y son más difíciles de explicar, de cuando no se llega: con los vestuarios, los carros, o el ploteo de instrumentos, de cuando se rompe un carro antes o después de salir, de tener o no en condiciones los espacios creativos y de construcción, etc. Pero las hay más extrañas, como la acontecida la 5ta. Noche, que un auto quede bloqueando la “pasarela” complicando a una comparsa, y se lo tenga que retirar (de la forma menos ortodoxa) para que pueda desfilar una comparsa.
También debemos tener en claro, que hay una economía que se moviliza a través del carnaval, cada noche y todo el año, donde muchas, muchísimas personas la hacen circular: empresas de venta de elementos de carnaval, pinturerías, corralones o comerciales industriales, casas de venta de telas, distribuidoras, peluqueros/as, maquilladores/as, remises-uber, gimnasios e instructores/as, “choripaneros”, y hasta me animo a decir Profesionales como nutricionistas, psicólogos/as, etc.
Para ir aclarando, el carnaval no solo es un simple desfile, o seis desfiles, hay otro mundo paralelo en el carnaval, las previas, el post desfile, los ensayos, los preparativos, la solidaridad, el compartir, el salir de la rutina, desistir de las vacaciones de verano, invertir en felicidad, es amistad, o es lo que intento describir en párrafos más arriba, y algo más; también es “un cacho de cultura”, un espacio de aprendizaje, es el encuentro, son los amaneceres.
Y queda el último desfile, ese al que nadie quiere llegar, el que tampoco se puede poner en palabras, no creo que haya alguna metáfora para describir cómo se vive el último desfile, no me animo a describirlo, no me atrevo. Es individual, es extremadamente íntimo, el último desfile es cuando uno cae que el carnaval es arte, que uno/a es el/la artista, pero también es efímero, y en la línea que de un lado es gris y del otro es blanca, cuando estoy por dar ese paso, ahí es cuando el animal, la parte más baja que tenemos y queremos darlo todo, entra en disputa con la razón, que es la parte más alta e intenta ordenarlo todo, pero en el medio, está el pecho, la pasión intercede, se hace cargo y moviliza todo, se hace notar, juega con el animal incansable y la razón temporal. Se baila como nunca, se canta como nunca, se ríe y se llora como nunca, se ve al público-espectador como nunca, se ven a los que están y a los que no están, se hace un paso casi eterno… y al acercarse al final de ese camino, cuando se ve el gris del asfalto, sabemos que no termina nada, empieza todo nuevamente, desde cero, con otro abrazo, otra anécdota, otros amigos/as, otros encuentros, otras ideas para lo que vendrá, y el anhelo de más ensayos, más encuentros, más previas, más brindis, más amaneceres, más desfiles, y un nuevo carnaval.
(*): profesor de Artes en Teatro, actor, escenógrafo. Publicado en Diario del Sur Digital.