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Frente al Régimen

Por Jorge Oscar Daneri (*)

El radicalismo fundó sus raíces en la lucha contra el Régimen. Frente al primer golpe de Estado que derrocó la segunda presidencia de Hipólito Yrigoyen en 1930, Ricardo Rojas escribió en "El Radicalismo de mañana", que su desafío y destino debería transitar hacia consolidarse como el partido político de "las reformas extremas en sentido democrático".

Lo que hoy se denomina Radicalismo, desde aquellas visiones y sueños, como desde la última etapa esencialmente coherente con su ideología, es decir sus principios fundantes inamovibles y a la vez con capacidad de adaptación a nuevos contextos durante la Presidencia de Raúl Alfonsín y el ingreso a la Internacional Socialista, resulta en los últimos tiempos, destruido por la dirigencia vigente a cargo de las diversas conducciones partidarias.

Estos seudo representantes abusando de historia y estructura partidaria, frente a la reflexión y análisis de las bases de aquellos valores y principios ideológicos como sistema de ideas en acción, representan la nada, un vacío coyuntural, lo peor de más de lo mismo, siendo ahora, ni más ni menos, una herramienta electoral ya no servil al Régimen, sino parte estructural del mismo.

Lo que se denomina radicalismo, es parte cómplice de esta gestión nacional del Régimen Libertario vigente. La Causa contra el Régimen se entrega en el peor escenario, casi impensado un poco más de dos décadas atrás, ser parte constitutiva del mismo. Que se rompa y no se doble se escribe y canta en su himno, terminando más que doblado, cómplice de lo peor de un hacer política desde la enfermedad de poder, ambiciones, acumulación de traiciones, degradando la democracia, cómplices de decisiones en los estrados de las Naciones Unidas, contra los derechos de las niñas, mujeres, diversidades, pueblos originarios y organizaciones ecologistas como frente a la negación del sistema de convenciones relevantes para la sustentabilidad planetaria y la salud de los seres humanos y no humanos.

Yrigoyen "... toda su vida preferirá definir a la UCR, no como un partido, sino como la causa regeneradora de la Nación para reconquistar el orden constitucional contra el régimen que lo conculca... El poder a pesar de ser uno de los medios más eficaces para hacer práctico un programa, no es el fin a que pueda aspirar un partido de principios ni el único resorte que pueda manejar para influir en los destinos del país… Sólo los partidos que no tienen más objetivo que el éxito aplauden a benefactores que los acercan al poder a costa de sus propios ideales".

La sanción de la Ley de Bases, el RIGI, la delegación de facultades legislativas y sus consecuentes DNU y adhesiones provinciales; los vetos convalidados contra el cuidado de los jubilados y la universidad pública, como la dantesca actitud negativa frente a la votación para la conformación de la comisión investigadora de la ruleta rusa y timba cripto-mercaderes privados promocionada por la máxima "autoridad" nacional, no es otra cosa que la mayor claudicación de los principio del Radicalismo aquel, pero también de derechos constitucionales más que fundantes sobre la división de poderes, el rol del poder legislativo, el carácter y semblante de la propia identidad ideológica/histórica de la U.C.R, la proyectada entrega de la soberanía nacional sobre sus cuencas y una alienación colonial  brutal con la extrema derecha global.

Esto no es Radicalismo, es cualquier negocio en el mercado de la timba de los enfermos de poder, casta ahora funcional al Régimen.

Quizás para comprender estas reflexiones, debemos apelar a una nota publicada ni más ni menos, en Clarín, que aquí no miente, narración maravillosa sobre Raúl Alfonsín, el escriba contra el régimen y comprender mucho más de lo que estamos intentando exponer.

Ante semejante contexto, contemplar a la senadora nacional por el pueblo de Entre Ríos que hace lo que hace levantando la mano a favor del Régimen, la señora Stella Olalla y uno de los autores de la iniciativa que votó contra sí mismo para crear la Comisión Investigadora de la criptomoneda privada, senador por la provincia hermana de Corrientes, un tal Eduardo Vischi, es decir, un sin-vergüenza, no deja aún, quizás en social minoría, de asombrarnos este circo delirante, no de una cámara alta, sino de sus sótanos más oscuros. No queda duda, que la palabra se encuentra amenazada. Una victoria más, temporal, por su desolación ética, del "Régimen falaz y descreído". 

“El objetivo de toda mi vida ha sido que los hombres y mujeres que habitamos este suelo podamos vivir, amar, trabajar y morir en democracia. Para ello era y es necesario que además de instituciones democráticas haya demócratas, porque sólo así las instituciones democráticas pueden sobrevivir a sus gobernantes”, en aquella nota referenciada, nos expone solidaria y fraternalmente Raúl Alfonsín.

Estando al borde de las antípodas de estas palabras y aquel Preámbulo recitado preciosamente con la tonada valiente de Alfonsín, afrontamos el fondo del abismo. Y con la mano abierta que nos brinda el filósofo Byung-Chul Han (**), decimos una y mil veces que resistiremos al régimen del miedo, el aislamiento y la soledad. Rechazamos la promoción de la angustia y la violencia del lenguaje. Celebramos la resistencia y sus diversidades de esperanzas, todas territoriales, hermanadas en arcoíris de aura luminosa, palabras que no comprenden y menos sienten los ciber cripto feudales de la nada.

"Se necesita una política de la esperanza, que venza el clima de miedo y violencias". Y ya desde los territorios bien a escala humana, se están gestando, renaciendo.

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(*) Abogado especialista en Derecho Ambiental. 

(**) El Espíritu de la Esperanza. Byung-Chul Han. Ed. Heder, noviembre 2024.

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