Sección

Jueces de facto en la Corte Suprema de Justicia de la Nación

¿Reaccionará el Congreso o la dejará pasar de nuevo?

Por Néstor Banega

de ANÁLISIS

El estupor es inconveniente para analizar los alcances de una noticia cuyo impacto va muchísimo más allá del contenido mismo y que, a modo de ser sinceros, no se vislumbraba como posible. ¿O sí?

La decisión del presidente de la Nación, Javier Gerardo Milei, de incorporar dos jueces a la Corte Suprema de Justicia de la Nación a través de un decreto, obviando la intervención del Senado establecida por la Constitución es, en términos republicanos, lamentable.

Si finalmente ingresan al máximo tribunal del país, habrá allí jueces de facto. Una anomalía más dentro de un sistema que está en jaque y no reacciona.

Apenas conocida la decisión, el Constitucionalista Andrés Gil Domínguez explicó que el nombramiento mediante este mecanismo “es nulo de nulidad absoluta, es inconstitucional”, porque no se verifican las situaciones que podrían sostener el uso excepcional de la herramienta.

De concretarse se estaría aceptando el avasallamiento de las atribuciones del Senado de la Nación. “Queda destruida la división de poderes” afirmó, agregando además que se termina el sistema de controles y equilibrios que deberían ser lo normal en un sistema republicano. Inquietante.

Habrá que indagar las razones profundas que llevan a un mandatario a semejante decisión. Algún detractor podrá afirmar que apunta a lograr una mayoría propia, es decir, que sus enviados se conviertan en obedientes delegados.

¿Vislumbra un futuro con problemas judiciales y designa tranquilidades? ¿Lo molestaron decisiones judiciales contrarias a sus deseos? Por ejemplo: relacionadas al cambio de status del Banco de la Nación.

Se podría conjeturar que puede ser un paso relacionado a construir una nueva arquitectura institucional de sesgo autocrático. El tiempo dirá.

Desdén en el Congreso

Pero que el presidente Milei pueda obviar y poner en crisis, una vez más, a los demás poderes del Estado, tiene como sostén el desdén sostenido y profundo del Congreso Nacional.

Digresión necesaria: entre los integrantes de ambas Cámaras hay y habrá dignos representantes, pero desgraciadamente no logran ganar la confianza ciudadana y mejorar su imagen.

Seguimos: en diciembre del año pasado opiné, con inocultable congoja, que fue, el funcionamiento del Poder Legislativo Nacional a lo largo de 2024, el fracaso del año (Revista Análisis 1157).

El espacio donde el pueblo delibera y gobierna a través de sus representantes, no estuvo a la altura. El poder que tiene voz no debate. Se paraliza y así, convalida.

Fue incapaz de sostener consensos que surgieron en respuesta a demandas ciudadanas. Vaya como ejemplo el financiamiento para el sistema universitario. Fuerte respaldo social, movilizaciones contundentes. Resultado final: negativo. No resistieron un veto. Voluntad quebradiza.

Otra muestra: hace apenas unos días no se logró crear una comisión investigadora para indagar detalles de la intervención del Poder Ejecutivo en el denominado escándalo $LIBRA (estafa a cielo abierto en tiempos de virtualidad que habilita el surgimiento de Criptomonedas).

Un caso que expande su sombra sobre las principales figuras del gobierno nacional y podría llegar a ser (el tiempo lo dirá) una especie de foto de olivos mileista.

Vergonzoso e inentendible el derrotero de fracasos legislativos. Frustrantes para los observadores. Es que quienes impulsaron la conformación de la comisión y la fundamentaron (insistimos, para investigar solamente) votaron en contra. Inentendible, patético. Destructivo.

El Congreso, renegando de su esencia, delegó poderes y habilitó, por sus omisiones, que se gobierne a fuerza de Decretos de Necesidad y Urgencia.  Una autopista al espanto asfaltada con lamentos y agachadas.

Fue en esa construcción ruinosa que surgió una vergüenza histórica para Entre Ríos: un representante de la tierra de Urquiza (aquel paisano impulsor de la institucionalidad), prestó su voto para habilitar la denominada ley de bases. El entonces senador nacional Edgardo Kueider allanó el camino para hacer realidad el desguace del Estado.

Después le pasaron cosas muy comentadas, por lo que obviamos aquí el detalle. Está detenido en Paraguay. Su actuación es una pesada mochila para la política vernácula y uno de los motivos que profundizan la crisis de representación que habilita al presidente a ir siempre un poco más lejos.

Método exitoso

Forzar los extremos para romper y anular es un mecanismo aplicado desde su inicio por el Poder Ejecutivo Nacional. Ha sido exitoso, por lo tanto, no encuentra razones para cambiar.

Por qué hacerlo si con insultos y maltratos logró que la mayoría de los gobernadores del país suscribieran en julio de 2024 el denominado Pacto de Mayo. Se desconocen hasta ahora los resultados consensuales del Consejo de Mayo, que fuera creado en el mismo acto.

Vale recordar que iba a estar conformado por un presidente, un representante del Poder Ejecutivo Nacional, un representante de la Cámara de Diputados, un representante de la Cámara de Senadores, un representante de las provincias, un representante de las entidades gremiales y un representante del sector empresarial. Cuanto olvido. Demasiado tal vez.

Para que cambiar si tratando de ratas a los integrantes del Congreso, obtiene respaldo a sus proyectos y aspirantes a ingresar masivamente a su partido.

Hay que reconocer que Milei es brutalmente sincero y mostró sus modos desde un principio, sobre todo cuando habló -al asumir- fuera del Congreso y no frente a la Asamblea Legislativa.

Fue solo el comienzo. Y fue posible porque quienes debían (¿deben?) reaccionar no estuvieron (¿estarán?) a la altura.

Las próximas jornadas serán de intenso intercambio. Quien sabe si habrá debates. Porque en el último tiempo cada uno habla sin escuchar a los demás y lo hace pensando solo en su propio sector.

Es lo que le permite a los que desprecian el sistema democrático y sus instituciones fundamentales, hacer todo tipo de barbaridad sin tener consecuencia alguna.

Si rompo y nadie reacciona, a seguir rompiendo parece ser la consigna.

Demasiado tarde para lágrimas. Un presidente de la Nación debería contribuir a la convivencia, a la armonía. Si se dedica a generar enfrentamientos de dudoso resultado, está lejos de promover un proceso histórico virtuoso.

Pero si puede hacerlo de manera recurrente sin reproches, hay que preguntarle con dureza a los demás actores del sistema sobre su accionar. Todo ello sin eximir de cargos al principal responsable de las determinaciones. 

Jueces de facto en el máximo Tribunal del país. Horrible. El último, que apague la luz.

Edición Impresa