
Carlos Gabetta, durante la presentación de "La encrucijada argentina", en agosto de 2013.
Por Américo Schvartzman de ANÁLISIS
(Desde Concepción del Uruguay)
Carlos Alberto Gabetta era un gran periodista, exponente de una tradición de periodismo de ideas y de compromiso con su tiempo. Autodefinido como un republicano socialista, Carlos era consecuente con sus adhesiones filosóficas e intransigente en cuanto al apego a la verdad. Y, como es sabido, semejantes tipologías de carácter aseguran problemas a quien las porta.
Lo conocí como lector antes de conocerlo en persona. Siendo adolescente, me formé en parte con su labor. Fue autor de "Todos somos subversivos", uno de los primeros libros que me explicaron la dimensión brutal y única de la dictadura que había tomado el poder, las vidas y propiedades de argentinas y argentinos. Tuvo a su cargo el notable dossier “Miseria de la prensa del Proceso”, que en la añorada revista "Humo(r)" relevaba (y revelaba) las peores agachadas del periodismo durante los años terribles. Y poco después, dirigió "El periodista de Buenos Aires", aquel extraordinario periódico que fue registro de una época desde sus coordenadas conceptuales (y las de Osvaldo Soriano) y a la vez semillero de periodistas. Esas hechuras de Gabetta fueron parte de mi formación en periodismo.
Muchos años después, tuve la fortuna de compartir con Gabetta la aventura y las tribulaciones de volver a editar "La Vanguardia" en papel, con él como director general de un equipo convocado por Hermes Binner, por entonces presidente del PS de la Argentina. Carlos se dedicó con verdadera pasión a ese nuevo viejo proyecto, donde volvía a poner en juego los dos ejes más hondos (y persistentes) de su vida. Quizás algo a destiempo: el mundo empezaba a desentenderse de la prensa gráfica.
Emblema de un periodismo impar, cascarrabias, orgulloso, sanguíneo, lector ávido y entusiasta, de talante filosófico, todo le interesaba pero nada tanto como la polis, el antiguo desafío de vivir juntos, de encontrarle la vuelta a una forma de convivencia en la que no hubiera explotadores ni explotados, y donde la horizontalidad (en las formas y en los hechos) fuera una realidad y no una declamación. Ante cada “por qué”, articulaba un atrevido “¿y por qué no?”. Eso lo movilizaba en un momento de la vida en que otras personas ya no tienen energía ni intenciones de dar batalla alguna.
En los últimos años, uno de sus aportes más valiosos fue el libro "¿Tiene porvenir el socialismo?" (2013) que editó EUDEBA y compiló junto a Mario Bunge. En esas páginas, Gabetta cerraba diciendo que el fracaso de la socialdemocracia (“si se torna impotente”, decía) abriría la puerta para el avance de la extrema derecha. No eran dotes de profeta, sino su aguda observación de la realidad.
Como lector agradecido, como compañero de ideales y como colega en una de sus últimas aventuras periodísticas, gracias por todo, querido Carlos Alberto Gabetta.